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María José Pou

iPou 3.0

La chupadita

Si hay un argumento que carece de toda convicción éste es el “y tú más”. Se me podrá decir que eso no es un argumento. En efecto. No es más que la respuesta de patio de colegio a cualquier ofensa.

Por eso no debería estar presente en la vida pública y, sin embargo, lo está cada día más. Es la consecuencia de la alternancia en el poder de dos grandes partidos. Cuando no está uno, está el otro y la forma de atacarse es apelar a su etapa de gobierno anterior.

Como leit motiv de una argumentación es ineficaz porque no avala una toma de postura sino que extiende la crítica a todo ser viviente. Si, por ejemplo, a mí se me acusa de frívola en esta columna y yo le respondo al lector que más frívolo es él por leerme estaré haciendo lo que podríamos denominar técnicamente el canelo. O sea, el idiota. La razón es que no solo puede un lector recriminarme cuando lo vea conveniente, sino que el hecho, incluso, de ser él la musa de la frivolidad no me exime a mí de culpa por serlo.

Lo mismo sucede en la política cuando se acusan mutuamente. La censura del contrario es propia de la vida política. No es un demérito. Al contrario, es lo que se espera de la oposición. Ahora bien, la defensa ante una crítica no puede reducirse a “tú también lo haces”. Eso puede ser un final efectista pero no el núcleo de la respuesta.

Si un político acusa a otro de haber metido la mano en la caja para llevarse dinero de todos los ciudadanos de forma ilegal, tendrá que decir si es cierto o no y, si no lo es, afear a quien le calumnia. Lo que no puede es responder diciendo “tú también te llevaste”. Incluso aunque sea cierto. Primero, porque eso es admitir que él se ha llevado y segundo, porque la inmoralidad compartida no es menos inmoral.

Lo digo por uno de los tics del PP en el que se sigue empecinando con pésimo resultado excepto para los muy convencidos. Es la “chupadita” de González Pons. Con perdón. Espetarle a Rubalcaba, después de la dimisión de Camps, que esa es la medicina que debe probar con una “chupadita” es inoportuno, aparte de que suena feo. Ese mensaje solo lo asume quien ya está con ellos, no el centrista moderado a quien no convencen los otros.

Ya habrá tiempo de rentabilizar el gesto de Camps contra faisanes o pavos reales. Ahora, en el PP, toca humildad y moderación en el discurso. El momento no es de domingo de Gloria por mucho que uno haya padecido por todo un pueblo. Aún no ha resucitado.

También en el PP hace falta una normalización en su relación con las demás fuerzas políticas por mucho que les hayan atacado. Incluso descarnadamente. Y con la prensa, por cierto, tres cuartos de lo mismo.

No estoy diciendo con todo esto que Rubalcaba no tenga que aplicarse el cuento. Pero no es el día. De lo contrario nos seguirá quedando a los valencianos la sensación de que todo lo vivido en estas últimas horas no es más que el inicio de campaña. La pegada de carteles con la cabeza del Bautista en bandeja de plata. Una campaña en la que González Pons –también tú, Bruto, hijo mío- ha ofrecido las tripas de Camps a los dioses en el altar del sacrificio.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.