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María José Pou

iPou 3.0

El PP de Fabra

Pocas cosas hay más peligrosas que creerse las primeras palabras del recién elegido. En ese momento todo es bonito: promesas atrevidas y planes maravillosos que, con el tiempo, se revelarán imposibles o más rebajados de lo que parecían.

Por eso a mí los discursos de toma de posesión me dan poca confianza. Hechos y no palabras son las que se necesitan. Y más en política. Todo lo dicho incluye a Alberto Fabra quien, nada más llegar, ha hecho tales menciones que parece más de la oposición que del partido en el gobierno. Del mismo partido que Camps, quiero decir.

La oposición, cuando por fin alcanza el poder, se desmarca de lo anterior de forma notoria aunque llegue a hacer lo mismo y lo tenga, incluso, así planeado. Es la única forma de justificar el cambio.

Fabra es del PP. Del mismo PP que hasta hace media hora miraba para otro lado cuando de las víctimas del accidente del metro se trataba. Bien es verdad que la oposición ha utilizado esa tragedia para desgastar al PP pero éste no ha sabido responder al dolor de las familias. Es digno de elogio, pues, que Fabra haya pensado en ellas nada más llegar al Palau de la Generalitat. Lo necesitan y lo necesitan de alguien que no hubiera tenido una actitud pasiva antes.

Lo malo es que el PP de Fabra no presionó a Camps para que recibiera a las víctimas; no le dijo que las ruedas de prensa no podían ser comunicados con audiencia cautiva ni exigió tolerancia 0 a la falta de transparencia. El PP de Fabra ha aplaudido a Camps durante años y, en los últimos, especialmente con fruición. ¿O acaso no? ¿Hay otro PP del que no sabíamos? ¿Uno más centrado, en todos los sentidos?

Parece que Génova teme una disputa interna en el PPCV pero el problema de Fabra es que no puede ser una mera copia de Camps si no quiere llevarse las bofetadas destinadas a él ni discrepar tanto que parezca su oposición. Variar su estilo pero no su fondo. Demasiada magia.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.