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María José Pou

iPou 3.0

Abrir para entornar

Las elecciones deberían ser en julio. No digo las próximas que como fueran entonces en lugar de adelantarse, se atrasarían. Digo en general. Todas.

Julio es un mes ideal para empezar y acabar en el mismo día. Es momento de algunas jornadas intensivas o, por desgracia, inexistentes; algunos trabajos relajados y otros terminados pronto para irse a la playa. O sea, es un mes en el que se trabaja pero hay cierta bula para hacerlo liviano.

Y sobre todo es un tiempo en el que no puedes ni plantearte iniciar un proyecto, unas obras en casa o un curso de inglés, excepto que sean versión express, esto es, que puedan acabar antes de que llegue agosto.

Por eso preferiría que las elecciones fueran así. Que haya campaña, jornada electoral y toma de posesión. Y punto. «E basta», a la italiana. De ese modo todo empezaría pero nos dejaría un respiro después del agotamiento propio de la legislatura completa, de la campaña prolongada durante meses y de los dimes y diretes tras el recuento.

Lo pensaba ayer mientras veía a Fabra tomando posesión. En este caso, además, se multiplica el estrés porque es la segunda en apenas unas semanas. Eso no hay cuerpo (periodístico) que lo resista. Sin embargo, tenemos la infinita suerte de que en un pispás empieza agosto y aunque algunos sigamos trabajando y otros sigan buscando trabajo, ya sabemos que la versión oficial de los hechos es que España está de vacaciones.

Es un mes que produce una cierta alucinación. Los informativos abren con playas, ciudades vacías y turistas por doquier. Poco importa que el mítico ‘agosto’ entendido como un entorno ‘cerrado por vacaciones’ está muy devaluado.

De cualquier forma, como la política casa mal con el descanso, la paz interior y el relax -habrá que volver sobre esto en otra columna- agosto no es mes para hablar del nuevo/viejo Consell. Así tenía que ser siempre. Abrir legislatura para dejarla entornada hasta la vuelta.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.