Yo no sé qué es más curioso en el caso de la concejala televisiva de Manises, si el hecho de preferir la visita a la tele en lugar de un pleno; el tipo de programa elegido; el orgullo que dicen mostrar sus compañeros; su condición de público durante el programa, el vestido verde cantarín o todo junto.
Tampoco acabo de decidirme por el enfado o el choteo, pero lo cierto es que no me imagino a los concejales de Valencia Alfonso Grau o Miguel Domínguez en el plató de Sálvame Deluxe. Y no me los imagino en primer lugar porque no quiero ni pensar en verles enfundados en un vestido verde ajustado y con un hombro al aire. Pero, además, porque es altamente improbable que los sentaran en primera fila tras Kiko Matamoros. No lo digo porque su calva fuera más evidente con un fondo donde se viera la barba de Grau o la gomina de Domínguez. Tampoco porque no dieran bien en cámara aplaudiéndole con cada grito estentóreo. La razón es lo que representan, no ellos.
Si un concejal de mi ciudad sale en la tele quiero que sea defendiendo los intereses de mi localidad con la seriedad que merece su cargo y el rigor que merece mi ciudad. Quienes defienden a la concejala alegan que hizo bien al acompañar a unos vecinos ya que en el programa se mencionó la procedencia del público. Supongo que eso es “publicidad” para Manises. Pero ¿realmente lo es?
Todavía recuerdo lo incómoda que me hacía sentir un programa de gran éxito por estas fechas, El Gran Prix, en TVE donde se enfrentaban amistosamente dos pueblos de España. El planteamiento del programa era bueno y ayudaba a dar a conocer algunas villas maravillosas de la Comunidad Valenciana y de otras zonas. Sin embargo me incomodaba ver a un alcalde en esos menesteres. Él no subía a los troncos que se movían ni corría delante de una vaquilla pero el hecho de participar ya me parecía impropio.
Aquello en comparación con ir de público a Sálvame es como un discurso del Premio Cervantes frente a la arenga del amigo borracho del novio en una despedida de soltero. Tan impropio como ver a José Blanco o a José Bono en La Noria, aunque se vista de entrevista política. No seamos ahora hipócritas porque se trate del PP o de una recién elegida.
Los representantes municipales deben promocionar su localidad y apoyar a sus vecinos pero siempre con la dignidad del cargo. Una dignidad que parece incompatible con aplaudir atropellos contra la intimidad, el honor o la propia imagen como a veces se ve en este tipo de programas.