La imagen de la ‘ocupación’ del Institut Català de la Salut por parte de personal sanitario que protestaba por los recortes me sorprendió. Llegaron en medio de una reunión, la paralizaron y una de las manifestantes cogió los papeles de la mesa y los tiró por el aire.
Supongo que con ello quiso mostrar su rechazo a la negociación o simplemente entorpecerla en una reacción infantil pero comprensible. Es inmadura porque recuerda a un niño enfadado con el juego que pega un puñetazo en el tablero para terminar la partida. Sin embargo, cuando una ve que la realidad de la Administración va por un lado y la suya, por otro distinto tiene ganas de hacer eso y más.
La imagen no puede ser más reveladora. Una reunión. Muchos papeles. Muchas horas perdidas. Demasiados sueldos que pagan esas horas sin resultados evidentes y mientras tanto gente que trabaja durante más horas por una miseria y sin seguridad de continuar.
El gesto podría repetirse -y casi me atrevería a decir que ‘debería’ aunque sea acusada de incitar al boicot- en cada entidad poblada de chupópteros.
Pienso, por ejemplo, en hacer lo mismo en la metropolitana que gestiona las basuras, la EMTRE, incapaz de hacer eficiente esa gestión hasta el punto de rebajar las tasas a los ciudadanos. Por el contrario, sí son capaces de encontrar la fórmula de subirse el sueldo ahogando más al contribuyente. ¿De verdad son necesarios tantos directivos en las empresas públicas? Tengo para mí que si fueran privadas no alcanzarían ni el número ni los sueldos inmorales que se han autoconcedido.
Por eso si alguien me acompañara sería feliz irrumpiendo en una reunión de esos señoritingos que viven a cuerpo de rey sacándole la sangre al ciudadano. Allí no me limitaría solo a tirar por el aire los papeles sino que me llevaría un contenedor maloliente y lo esparciría por la mesa. Ya que cobran millonadas por tratar los residuos, al menos que limpien.
Actualización: El Emtre se plantea ahora revisar a la baja los altos sueldos de los directivos de la planta