Hoy más que nunca deberíamos regalarnos todos una ‘mocadorà’. No lo digo solo porque apetece sino porque el ‘mocador’ enjugará las lágrimas de los contribuyentes que van a ser sangrados y los votantes que van a ser timados. A estos se les promete cambio. ¿A qué? no se sabe, pero «cambio» al fin y al cabo.

El mazapán, dulzón y vistoso en sus formas de frutas y verduras y de ‘piruleta’ y ‘tronaor’, nos puede ayudar en el trance de ver a Rubalcaba sacando ideas descontextualizadas e inconexas por ganar un titular en el telediario.

La última es de la de «un político, un sueldo». Y lo dice ahora. ¿Se lo ha dicho a González que cobra del erario público y de la empresa privada? Será que sigue siendo un solo sueldo. Un sueldo público. El otro depende de un consejo de administración. Se mantiene, pues, en los equilibrios propios del candidato.

He de decir que a mí RbCb me empieza a dar lástima. Lo veo ahí, hundido en las encuestas, cuando hace cuatro días aún parecía remontar. Eso fue antes de que llegara el seísmo bursátil, la crisis del euro y los últimos varapalos financieros, la prima de riesgo y el primo griego poniendo en jaque todo el sistema. Incluido el camino de RbCb hacia el triunfo.

Ahora me da la sensación de estar asistiendo al último espectáculo de un mago venido a menos a quien le fallan los trucos y solo sabe sacar pañuelos o cartas marcadas de las mangas o de un bolsillo olvidado.

Enfrente un PP eufórico que no va a consentir ni un solo palo en las ruedas hacia la Moncloa. Bien lo saben por estas tierras. Una esperanza de cambio de tendencia que es necesaria pero en la que hay dos planos: la ilusión de la transformación deseada y la realidad de una legislatura dificilísima.

Entonces oiremos a los sindicatos, a los indignados y a los manifestantes de toda condición culpar a la derecha de todo. Habrá que guardar el ‘mocador’. Por llorar o por pedir las dos orejas.