Rubalcaba es como la cerveza. Donde va, triunfa. No lo digo por las encuestas que lo dan por tocado y hundido ni por el mitin de dos hermanos. De dos hermanos en Dos Hermanas. G&G. Glez. y Guerra.
Rubalcaba tiene en común con la cerveza del triunfo su santo patrón: San Miguel. Lo pensaba ayer cuando oía a Alfonso Guerra por segunda vez, y para regocijo de mis alergias a demagogias varias, decir que ‘el candidato’ ha acabado con ETA. RbCb es, a juicio del hermano de Juan Guerra, el Santiago moderno contra los terroristas invasores. ¡Rubalcaba y cierra España!
El papel de Santiago le va que ni pintado si metemos el faisán bajo la compostelana, pero, como resulta políticamente incorrecto por su tendencia genocida, empeñado en acabar con los ‘moros’, mi mente lo evocó a lo San Miguel.
Debe de ser que una, ruzafeña de pro, ha fabricado su imaginario mirando el retablo mayor de San Valero que preside San Miguel Arcángel. Desde abajo, con el casco ceñido y el espadón en alto, impone lo suyo pero para una cría lo más tenebroso era lo que tenía bajo sus botas: el mismísimo demonio. Nunca he sabido si es rojo, verde o gris pero verlo da miedo aun sabiendo que es madera y que, de cobrar vida, San Miguel le atravesaría con su arma.
Así es RbCb. Y así nos lo quieren contar para vergüenza del país entero. No digo que su papel no haya sido importante. No digo que no haya que reconocer que ETA, si es verdad lo que dicen, se rinde gobernando el PSOE. Pero eso no impide que lo haga porque cree que va a gobernar el PP lo cual invalidaría la medalla que se ponen los socialistas.
Aparte de esos detalles de campaña que sobran por insultantes, lo grave es haber vendido la imagen de que ha sido la democracia y España quienes han derrotado a ETA y venir ahora con ésas. Sin los anteriores ministros de Interior, presidentes, jueces, militares, fiscales y policías, RbCb no podría aspirar ni a un accésit.