Falta dinero para pagar a los farmacéuticos, a los libreros, a los registradores, incluso a los diputados de Les Corts Valencianes. Y sin embargo, el déficit de la Comunitat es de los más elevados de España. A pesar de todo, el Consell promete pagar a comienzos de año. ¿Con qué? ¿Con dinero del Monopoly?
No me explico cómo ante este panorama, hay miles de personas que pretenden una plaza pública cuando las perspectivas no pueden ser peores. Es cierto que quienes trabajamos en el sector privado estamos con un pie dentro y otro fuera y con el temor a que un día cierre la empresa.
Pero ser funcionario hoy no asegura casi nada. ¿Un sueldo? Según y cómo porque tenerlo pero no catarlo sirve de bien poco. ¿Un trabajo fijo? También depende de lo que necesite el Estado para sobrevivir ¿El empleo público es eterno? En estos momentos, todo se volatiliza a velocidad de vértigo, de modo que ninguna hipótesis debería descartarse.
Lo único cierto es que los tecnócratas europeos no pierden su puesto. Ni su asiento business en el avión. Y quizás ha llegado el momento de preguntarnos por qué. Y por qué es necesario mantenerlos.
Si la Generalitat catalana propone que las rentas altas tengan que hacerse un seguro médico obligatorio, podríamos plantear que los altos cargos estatales y europeos reciban del erario público solo una compensación simbólica. A modo de agradecimiento, pero no de sustento.
¿Qué habría de malo en dejar que los políticos se preocupen de trabajar y dediquen parte de la jornada a su servicio público? Si son capaces de hacerlo cotidianamente a cargo de las arcas del Estado, lo justo es que solo les paguemos por hora trabajada.
Si su jornada laboral es tan laxa que pueden ir de reuniones de partido, conferencias, desayunos, programas de televisión o viajes al extranjero tal vez es el momento de reajustes de jornada. Precisamente ahora que está sobre la mesa la reforma laboral.