En una ocasión en la que quise manifestarme a favor de una causa vi cómo se me intentaba disuadir apelando a que toda manifestación de apoyo es un alegato de condena al contrario.
No lo acepté porque suponía aceptar un contrario que no había, pero ayer lo recordé cuando supe que Rubalcaba había pedido a sus compañeros que no votaran “contra nadie” sino a favor del partido. No sé si lo decía por evitar el voto de castigo a sí mismo o a ambos precandidatos pero me alegré de no tener que elegir entre votar contra x o votar contra y.
En ese contexto no termino de saber muy bien si la decisión del PSPV era a favor de Chacón, en contra de Rubalcaba o a favor y en contra de los líderes internos.
Digo “líderes” porque si el que lo es de iure –Alarte- queda en peor situación que otras opciones, significa, seguramente, que de facto hay otro líder. O que nunca ha dejado de haberlo. Y la verdad es que esa doble personalidad del socialismo valenciano está lastrando más al partido que cualquier otra cosa.
Como “barón”, desde luego Alarte no tiene demasiado predicamento y habrá que ver, pues, cómo repercute lo sucedido ayer en el desarrollo interno del PSPV. Lo peor de todo es seguir enredados en sus propias disquisiciones internas con lo que tienen delante.
Está ocurriendo también en el PSOE estatal. ¿Alguien ve la oposición por algún lado? Es verdad que los dos precandidatos utilizan al PP para alcanzar la Secretaría General pero esa no es la oposición que necesita este país. Todos los días se alzan voces contra los recortes y los anuncios de tiempos duros pero no se mueve ni una hoja en el banco contrario al gobierno.
Si malo es un ejecutivo en descomposición como vivimos en los últimos meses del zapaterismo, no es mejor un gobierno sin oposición consolidada. Eso lo sabemos bien en Valencia. Llevamos años así, esto es, con un crucero embarrancado en la orilla sin desguazar ni remolcar.