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María José Pou

iPou 3.0

Inocencia judicial

Están tan lejos que ni siquiera me impresiona. En otras circunstancias hubiera dedicado muchas líneas a loar la dimisión de Crespo por lo oportuna que suele ser una decisión como ésa que, además, no se prodiga en nuestro país. Sin embargo, a estas alturas solo puedo decir que me parece bien. Y punto.

La razón es la desafección hacia la otrora digna clase política. Han conseguido asquearme tanto que no valoro ni siquiera un gesto de honor. Necesito algo más. Los ciudadanos necesitamos algo más que una dimisión ante un clamor de estruendo. Necesitamos regeneración. Pero no cambiando los cromos, sino como hacen los agricultores cuando en el naranjal ha entrado un bicho que todo lo pudre: arrancando el árbol de raíz y plantando ejemplares nuevos.

Ni lo hacen ni se les ve intención. Por eso sabe a poco una dimisión tardía. No niego que el ex alcalde tenga derecho a ser visto como inocente. Eso siempre y a cualquiera.

Lo que me enfada es que los políticos necesiten justificar que no se han llevado dinero y los ciudadanos, que no lo tienen. Los primeros, ante el juez y los segundos, ante la Administración. Los políticos reclaman presunción de inocencia mientras todo apunta mal y los ciudadanos son penalizados desde el primer segundo, es decir, se les considera culpables de oficio aunque todo apunte a que no tienen ni para comer y menos, para pagar el IRPF.

Los políticos implicados en casos de corrupción reclaman presunción de inocencia pero aquí los más inocentes hemos sido quienes les hemos confiado la gestión de lo que sacamos con el sudor de nuestra frente, creyendo, ilusamente, que si pagamos una tasa de basura se destinará a recoger y tratar nuestras basuras o si pagamos el IBI tendremos farolas encendidas en nuestras calles.

Los implicados serán inocentes hasta que se demuestre lo contrario en sede judicial pero, a nuestros ojos, los políticos son de todo menos inocentes.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.