Circuló durante una o dos horas pero fue suficiente para minar la credibilidad del gobierno. Intoxica, que algo queda.
Ocurrió ayer a mediodía. La agencia Reuters levantó la liebre diciendo que la UE dudaba de la veracidad de la cifra de déficit aportada por Rajoy y que podría multar a España por ello. Al parecer, seguían diciendo las fuentes anónimas de la agencia, el dato había sido hinchado de forma que el gobierno pudiera presumir luego de haber bajado el déficit.
No tardó casi nada la UE en desmentir la noticia. Sin embargo, ayer por la tarde, algunos opinadores, encantados de poder morder a su presa y dispuestos a no soltarla, se dedicaron a vociferar contra Rajoy sin contrastar, sin dudar y sin tan siquiera actualizar sus datos. Algunos, incluso, pedían su dimisión.
Es un clásico en política. No hay nada como lanzar un infundio y obligar a la parte afectada a desmentirlo. Haga lo que haga ya está puesta en entredicho. Y más si se trata de una medida que se está sopesando. ¿Cómo negar una posibilidad? De ninguna forma.
Y no sé por qué pero no me sorprende. Es más, creo que en adelante asistiremos a más de una como ésta incluso de peor calibre.
Ocurrirá aun cuando quienes ayer se alarmaban por la situación, pedían dimisiones y clamaban contra un gobierno mentiroso hubieran estado atacando al PP en la oposición cada vez que criticaba al gobierno alegando que su crítica ponía en riesgo a nuestro país, que era una actitud antipatriota y que tenía repercusiones negativas en una economía fiada en la credibilidad de la política gubernamental y la respuesta social coherente.
Esos mismos que reclamaban sentido de Estado, ayer decían a Europa, a los mercados y a quien quisiera oírles que el gobierno español era tan falso como el griego. Es una actitud perfecta para generar confianza en la economía, justo antes de que el ministro De Guindos inicie una gira mundial para afianzarla.