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María José Pou

iPou 3.0

Cazando el coll vert

Cuando supe que Camps había concedido una entrevista a una revista de moda me dio un vuelco el corazón. Después de pasar a la historia por sus trajes, imaginé, por un momento, que iban a repasar su fondo de armario, sus tiendas más frecuentadas, su after shave preferido o qué desayuna los domingos. En definitiva, esas cosillas insulsas que leo y olvido en cuanto cierro la revista a la orden de “¡ven a lavar, Mª José!” de mi peluquero.

Luego supe que no. La entrevista no hablaba de moda. Era la rehabilitación de la imagen pública del cliente más perseguido por un sastre, como si de un cómic de los 50 se tratara. En la viñeta clásica, con el afán de cobrarle al cliente moroso y ¿en esta? quizás también aunque no fuera de él.

Después de escuchar horas y horas de declaraciones sobre sus medidas, sus visitas al sastre y sus pagos en cash, solo nos faltó saber si lleva Calvin Klein o Abanderado, algo que, por cierto, a mí me importa bien poco pero a punto estuvieron de preguntárselo al sastrecillo lenguaraz.

No habla de moda. Ni tan siquiera de paellas, aunque el acompañamiento gráfico lo saque en un paradisíaco entorno valenciano tan propio como la Albufera. Y ahí, reconozco que me mató la envidia. Ver a Camps subido a una barca y remando con la “perxa” me hizo suspirar por una entrevista así.

A mí, como mucho, me han sacado en una mesa de despacho llena de libros pero nunca en la puerta de la barraca, con una paella, cuchara de madera en la mano, y barca o vela latina aparcada en la puerta.

Me gustó. Sobre todo porque me molestan esos reportajes fotográficos tan ficticios que sacan la casa del famoso, ideal para el objetivo pero incomodísima para vivir, llena de cachivaches inútiles y sin una mota de polvo. No me gustan por falsos.

En cambio esa barraca, esa Albufera de póster y ese Camps remando contra corriente son tan reales que solo faltaba Alarte disparando al coll-vert.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.