Estamos acostumbrados a que entrenadores y jugadores justifiquen lo injustificable apelando a un incuestionable argumento: “el fútbol es así”. ¿Por qué le destituyen si su equipo va ganando? Porque el fútbol es así. ¿Por qué no ganáis ni un solo partido si el equipo está lleno de estrellas carísimas? Porque el fútbol es así. ¿Por qué habéis perdido tantos puntos cuando empezasteis la Liga superando a todos con creces? Porque el fútbol es así. Es un intangible que nadie puede explicar, retener ni reproducir a voluntad. Es el “fatum” del balompié.

Con la política pasa lo mismo. ¿Cómo explicar que un líder triunfador que ha sostenido a su jefe cuando nadie daba un duro por él caiga en desgracia, no para los ajenos sino para el mismo jefe? La política es así. ¿Cómo entender que el defenestrado en el minuto 40 pase a ser jefecillo en el 45? La política es así. ¿A qué atribuir determinadas alianzas trasvases entre formaciones políticas intrínsecamente enemigas? A que la política es así.

Ese es el único argumento que encuentro razonable en la vuelta de Leire Pajín con su nombramiento como vicepresidenta del PSPV. ¿Pajín? ¿La niña de ZP y olvidada de RbCb? Ella, sí. Vuelve.

Ahora bien, viendo la Ejecutiva de Puig lo raro sería que no volviera. Es más, el que no vuelva, deberá hacérselo mirar porque hay tanta gente que parece un casting de Gran Hermano. No estar en esa selección tan poco selectiva ya es no estar. Es lo que tiene un proceso integrador confundido con un ejercicio de obesidad mórbida partidista. Hay tantos que se rompen las costuras y como el objetivo era dar a entender que nadie debe quedarse fuera, Leire debía estar, pero el que se haya quedado fuera debería llorar como excluido lo que no ha sabido defender como incluyente.

Por un momento temí que Ximo Puig me incluyera. Luego me di cuenta de que no tengo carnet. Pero aún así pasé el domingo absolutamente inquieta.

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