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María José Pou

iPou 3.0

Modelo de conducta

Gestionar un grupo humano no es fácil. Mucho menos cuando es un grupo numeroso. Pero, además, restañar las heridas y salir indemne del proceso aún resulta más complicado.

El PP de la Comunidad Valenciana está herido. Salió herido de la dimisión de Camps, el líder, el aclamado y vencedor indiscutible en las urnas. Su periodo, como decía ayer Antonio Clemente, ha dejado una herencia pero también un dolor interno que no es fácil de extirpar. Para los suyos, por la sensación de injusticia; para sus críticos, por el modo y el tempo elegido para irse.

Ayer, sin embargo, esa etapa quedó para la historia del partido. Solo el tiempo dirá si ha quedado sellada; si sus defensores lo invocan a cada paso o su nombre queda solo para la memoria de sus más fieles.

Lo que ha comenzado este fin de semana no es un proceso ex novo. Lleva ya tiempo desplegándose con los movimientos de piezas de Fabra al frente de la Generalitat y del PP.

Su papel no es sencillo ni será aplaudido unánimemente. Así lo indican los porcentajes de votos. La razón está en que se empeña en lo único que puede justificar su presencia al mando: la regeneración y el ser, como decía en su discurso, “modelo de conducta”.

Ése es su estandarte y puede ser al mismo tiempo su talón de Aquiles. Regenerar significa limpiar, replantar y matar las malas hierbas que estropean el sembrado. Ahí es donde puede encontrarse el mayor escollo. La sanación necesita apartar las células enfermas y es razonable que éstas no admitan ni su mal ni la exigencia de quedar al margen. Pero es la única forma de presentarse en clave de futuro, como pretende, sin “peajes en la mochila”.

Enviado desde Sagaing, Birmania.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.