Dicen los excursionistas de Guadalajara que el incendio de 2005 en el que murieron 11 trabajadores de los servicios de extinción, no se inició por la barbacoa. Será la Justicia quien dejará probada la hipótesis pero, de no ser cierta, ha de ser terrible vivir bajo la mirada de culpabilización. Si es verdad, la losa ha de ser insoportable.
Ocurre lo mismo con los instaladores de placas solares que, al parecer, provocaron el incendio de Cortes de Pallás por su imprudencia. O por la de quienes les encargaron ese trabajo ese día y en esas circunstancias.
También aquí serán otros quienes determinen responsabilidades pero imagino cómo estarán viviéndolo los protagonistas.
Es inevitable, en cuanto se conoce lo sucedido, focalizar las iras sobre ellos. Quizás hacemos bien si son culpables, pero deberíamos evitar la criminalización de un perfil profesional determinado. Me refiero al hecho de que fueran un autónomo y un aprendiz en prácticas. Ninguno de esos perfiles es peligro per se ni irresponsable ni falto de profesionalidad.
Es verdad que un chaval en prácticas está aprendiendo pero ¡cuántos becarios y aprendices hacen una labor tan seria y digna como sus “mayores”! ¡cuántos sacan a diario la producción en algunos trabajos! Necesitan orientación y pueden cometer errores, por eso nunca deben trabajar solos, pero no son más inconvenientes que los demás.
Respecto a los autónomos, podríamos decir lo mismo. ¿Acaso un autónomo es menos profesional que un empleado por cuenta ajena? ¡Cuántas empresas contratan como autónomos a quienes están haciendo el mismo trabajo solo por beneficios o mejoras fiscales!
El problema no es el perfil de quienes trabajaban en Cortes de Pallás sino en qué condiciones y por qué lo hicieron así: por inconsciencia, por imperativo, por irresponsabilidad o por no perder un sustento y los siguientes. Hasta saber eso, la prudencia debería evitarnos culpar frívolamente.