Si Rajoy hubiera pillado el bosón de Higgs, lo hubiera cogido de las orejas y lo hubiera presentado en sociedad. Eso pensé ayer al ver cómo convertían el robo de un ladronzuelo en un acto de campaña. Todo resultaba desmesurado.
No digo yo que no sea una obra esencial para entender nuestra historia cultural pero cuando un político toma ese mensaje como estandarte, tiemblo.
No fue suficiente con que Rajoy lo “entregara” a la catedral una vez rescatado ni que felicitara a las fuerzas de seguridad o que ofreciera los servicios del Instituto de Patrimonio Histórico Español para revisar su estado sino que, además, Núñez Feijó lo presentó como la raíz de todo, como la partida de nacimiento de Europa. Solo le faltó decir que el Código anuncia la llegada de Merkel Armageddon.
Desde que supe que Rajoy iba a acudir a Santiago para “devolver” el Códice estuve buscando el porqué de ese acto innecesario. Luego lo entendí. Lo supe al decir que apenas hay buenas noticias.
A no ser que Rajoy tema perder La Moncloa y se vea postulándose a alcalde de Santiago o presidente de la Xunta, la única explicación es que sus asesores le hayan recomendado salir de angelito anunciador en el belén de la actualidad.
Su presencia en Galicia solo se explica por el intento por dar buenas noticias. Del mismo modo que le aconsejaron no decir nada en campaña por no comprometerse, como se ha visto, o no salir a hablar de la situación económica porque es mala de narices y eso le quemaría, ahora le han animado a anunciar la buena nueva: ¡hemos recuperado el Códice, nuestro primer brote verde!
Por eso prefirió Ucrania a Valencia. Se trataba de elegir una noticia buena o una mala. Y eligió la mejor.
Pretenden pues que los ciudadanos lo relacionemos con algo positivo. Dentro de nada lo veremos subido a una avioneta sobrevolando las playas españolas bajo el lema: “Agosto está a punto de empezar”. Lástima que no cuele.