Ya sé que es un gasto para el que no estamos ahora, pero nuestros políticos deberían organizarnos Batallas de Flores o Tomatinas cada quince días. Eso sí: con ellos, de protagonistas. Creo que solo de ese modo podría perdonarles lo que nos están haciendo. Y ni aún por esas.
Sería terapéutico y relajante subirlos a las carrozas y dejarse de raquetas u otros artefactos de protección. Directamente a la jeta, que diría Palomar. Es una adaptación contemporánea y circunstancial de la técnica ya usada en algunas empresas japonesas para relajar a sus trabajadores. Si ellos usaban vajillas para ir rompiendo las piezas tirándolas contra el suelo, nosotros usamos clavelitos de colores. Con los tomates dudo por si alguien del público los coge para el gazpacho (el miedo al IVA está haciendo estragos).
La “Batalla antipolíticos” sería, además, mucho más agradable para ellos que la opción ovípara que han escogido los críticos. Eso de tirar huevos a Camps o a Fabra no solo es sucio sino que supone un ataque a las pobres gallinas. Ya que nos ceden sus huevos por imperativo alimenticio, al menos que sean para comer, no para ir desperdiciándolos por las chaquetas ajenas.
Los claveles, en cambio, harían de nuestra furia una materialización real en vendetta colorista y aromática en honor al “es la tierra de las flores”.
Si Valencia aprendió a quemar sus fantasmas para no quemar al vecino cuando las cosas no iban bien, ¿por qué no sustituir los enfados agresivos hinchados de bilis por el clavelazo entre ceja y ceja? Yo propondría, incluso, que en cada protesta los de la EMT, los farmacéuticos, los de RTVV, los profesores, los de Sanidad y un largo etcétera, llevaran claveles cual ofrenda y al grito “vixca la fira de Juliol” se los tiraran a los protagonistas de sus pesadillas. Y ojo, hay que tirarlo con rabia, como en la Batalla de Flores. No sea que les parezca que les reciben con pétalos.