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María José Pou

iPou 3.0

Indignados a medida

Estar indignado no basta. En estos tiempos de antisistema refinados y burgueses, parece que solo con manifestar repulsa hacia el poder ya está uno envuelto en un bucle de honorabilidad. Sin embargo, lo que nos hace más o menos honorables es la razón de nuestra indignación y no la indignación misma. Lo digo porque, en esto, como en todo, estamos cayendo en cierto egocentrismo que nos impide ver la realidad en sus justos términos. Está bien que nos enfademos porque no tenemos trabajo, nos quitan la extra o suben el IVA. Motivos para estar así hay de sobra. Ahora bien, estamos tan molestos con nuestra propia realidad que no vemos la enorme injusticia de otros.

Por ejemplo, es lógico que reneguemos del gobierno por tener que pagar más por el material escolar lo que, para algunos, descuadrará el presupuesto, pero ¿es igual esa indignación que la de aquellos que no pueden pagar la hipoteca o la de quienes han sido víctimas de una estafa como la de las preferentes? Ni siquiera una y otra son comparables pues, al menos, los primeros sabían en lo que se metían aunque no fueran conscientes de las enormes consecuencias de su decisión o no tuvieran otra salida.

Con la información internacional ocurre lo mismo. Hay concentraciones en la embajada de Ecuador por Julian Assange pero no hay ninguna en las embajadas sirias por unas matanzas brutales por las que dentro de 15 años nos golpearemos el pecho arrepentidos. Hay muestras de repulsa contra Putin por permitir el encarcelamiento de unas chicas que solo han hecho lo que millones de rusos querrían hacer y no se atreven, pero ni una voz en Occidente le ha dicho al líder ruso que es un hijo de “putin” por vetar las resoluciones de la ONU para frenar la sangría siria.

Sigue sucediendo lo mismo que en los siglos precedentes con la agravante de globalización mediática. Ayer estuvimos pendientes de Assange. No sé si tiene razón, pero perseguidos por ejercer la libertad de expresión hay cientos de miles en China y no veo ni a Garzón yendo para allá ni a nosotros exigiendo cambios al régimen con una máscara de Anonymous.

En el fondo seguimos mirándonos el ombligo hasta para abominar del poder, porque el único que nos interesa es el que nos afecta. Salimos a protestar por guerras políticas pero no por bombardeos de inocentes. Defendemos al famoso pero olvidamos a miles de anónimos. Hasta en la indignación mostramos egolatría y puro narcisismo. En África no han dejado de morirse de pura hambre pero eso no nos impide disfrutar de unas merecidas vacaciones. Llegará el otoño y estaremos levantiscos. Porque tenemos menos para gastar.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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