Lo lees por primera vez y te tranquilizas. Dice la ministra de Sanidad que “nadie va a quedar desatendido”; dice Serafín Castellano que “habrá asistencia sanitaria para todos”. Pues ¿cómo dicen los críticos que los cambios en Sanidad son terribles y por qué reclaman objeción de conciencia algunos médicos alegando que no quieren dejar a nadie sin atención profesional? ¿No dicen los responsables que eso no va a producirse?
Sigues leyendo. Ana Mato explica que el Sistema Nacional de Salud seguirá prestando la asistencia que se requiera pero quien no tenga tarjeta, “tendrá que abonar” los gastos. Dice el secretario general del PP valenciano que todas las personas serán atendidas; “lo único que variará es la procedencia del pago”.
¡Acabáramos! La atención se garantiza; el pago, no. Pero no queda claro cómo actuar ante una falta de solvencia ¿No atender? ¿No abonar al médico que atienda a un sin papeles/sin tarjeta? ¿Será como las multas de tráfico, por las que pueden embargar cuentas corrientes o nóminas por no pagar? ¿Habrá morosos de la Sanidad?
Yo entiendo que la ministra piense en los pacientes ocasionales que viven todo el año en Gran Bretaña pero se operan en España. Esos son los verdaderos abusos de extranjeros en la Sanidad española y no tanto la de inmigrantes sin papeles, que no se atreven a ir al médico por si les coge la policía, o inmigrantes con papeles que prefieren no ir porque alguien les preguntó una vez ¿para qué has venido? ¿por qué no te vas a tu país? Es como un tratamiento agresivo que mata las células enfermas pero también otras sanas que hay alrededor.
Lo que me produce hastío es la forma de explicarlo. Es esa retórica política que ya no cuela, si es que alguna vez lo hizo. Esa suerte de engañabobos con la que nos dicen que nadie se verá privado de atención sanitaria pero que cambiará el pagador. La pregunta es evidente: ¿y quien no pueda pagar? No se trata de un mero cambio de cuenta corriente. Es la manera de presionar al ciudadano más débil lo que me preocupa.
No basta con apuntar a las ONG como solución. Unas organizaciones con recursos mermados y muchos de ellos de procedencia privada que han de asumir la ampliación de “competencias” por pura incompetencia en la gestión pública desarrollada durante los últimos años. Solo acepto afirmaciones como las leídas estos días de un modo: como mensajes externos, esto es, como avisos a navegantes para quienes tuvieran la intención de venir a España en estas difíciles circunstancias. Lo que me causa más duda es si el mensaje llegará o si lo hará distorsionado por las mafias, como hasta ahora.