Estoy pensando en celebrar que nos van a rescatar, a dar un anticipo, a echarnos unas monedas en el gorro o a pagar la última ronda. No sé lo que nos van a hacer pero escuchando a los miembros del Consell parece que estemos a punto de recibir la visita de Papa Noel, cargadito de regalos.
Hace unos días el conseller de Economía, Máximo Buch, decía que “cuanto más dinero del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) podamos obtener, mejor”. Ayer, el de Hacienda, José Manuel Vela, aseguraba que el FLA solucionaría “el 65% de los problemas de la gente”. Visto así dan ganas de tirar confetti, salir a las calles con serpentinas y hacer la ola en Delegación de Gobierno. ¡Ese FLA es la bomba!
Será que tengo síndrome postelectoral pero, viendo a los griegos, no tengo ganas de celebrar nada por mucho dinero que nos den. Lo pensé ya cuando vi lo que decía Buch. ¿Es mejor que nos den más? Si es gratis, sí, pero algo me dice que no lo es.
Hasta la fecha, recibir ayudas, fondos o rescates supone un descanso durante dos nanosegundos. A partir de ahí, solo cabe sufrir para pagar lo entregado: recortes, impuestos y bajadas de sueldo se están justificando por las deudas contraídas. Por eso sospecho de todo fondo. Si hay que devolverlo con intereses, quizás no sea deseable que “cuanto más, mejor”. Supongo que tanto un conseller como el otro están pensando en pagar ellos las deudas con proveedores, con farmacias, con registradores y con todo aquel que le saca los colores al Consell.
Eso será un alivio para ellos pero no para los demás ciudadanos que vemos cómo nuestros recursos son empleados para pagar cuentas pasadas pero no presentes ni, mucho menos, con perspectiva de futuro.
Y lo que no me explico es cómo hay quien se atreve a pronosticar que estamos en el comienzo del final, como ha hecho Vela. Visto en perspectiva, el Big Bang es el comienzo del final, pero falta saber cómo llegamos hasta allí.