Rezar un tedeum el 9 de octubre es incompatible con la increencia. Dicho así, parece lógico. No deja de ser una acción de gracias a Dios por la victoria de las tropas cristianas. Obviaremos, de momento, que toda la fiesta es la exaltación de la imposición cristiana sobre la musulmana porque algunos solo hablan del origen político de la Comunitat (del Reino, por cierto) para salvar el factor religioso.
Hablemos pues de la posibilidad de “recitar” un tedeum, para que nadie se sienta coaccionado a hablarle a un ser en el que no cree. Podemos también escribir “cantar” pues el canto es una manifestación cultural exenta, si uno quiere, de connotaciones religiosas. ¿Acaso no hay agnósticos que cantan villancicos? ¿Por qué no cantar un tedeum sin sospechar siquiera que nos escuche una deidad?
Lo mismo podemos decir tratándose de la Seo. Es una joya arquitectónica, como lo es el Micalet. Ambos tienen finalidades religiosas pero podemos entrar en ellas como quien visita el Jardín Botánico. Por puro placer. Subir los más de 200 escalones de nuestra emblemática torre no nos convierte en muecines. Aunque un campanario sea para eso.
Voy más lejos: algunos políticos de izquierda acuden al Traslado de la Virgen alegando que es una manifestación social y cultural. De devoción, diríamos, pero vamos a reprimirnos y a aceptar “Traslado” como acto puramente cultural. Se puede asistir para ver una especie de “manifa” folklórica y sin cargas policiales que defiendan a la Marededéu de la turba sedienta de protección. Perdón, se me fue la tecla devocional. Sedienta de experiencia colectiva de pertenencia al grupo.
En definitiva, se puede portar la Senyera y no entrar en la Seo. Incluso portar el mástil y no la bandera. Incluso ser un tocapendones y sentirse patriota, pero hay que ver lo que daríamos muchos valencianos por poder entrar la Senyera en la catedral envueltos en un volteo de gloria.