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María José Pou

iPou 3.0

Mileuristas por la patria

Los excesos de algunos y las ganas de otros por invalidar cualquier tipo de autoridad que no sea la propia están dejando por los suelos la imagen de las Fuerzas de Seguridad. Sin embargo, tenemos con ellas una deuda difícil de saldar, aunque decir esto ahora resulte tan políticamente incorrecto.

Que el máximo responsable de la Guardia Civil en la Comunidad Valenciana, Fernando Santafé, pida equiparar los sueldos de sus miembros con los de la Policía Local, sabiendo lo que ganan los policías locales, produce espanto. Es como el que cobra 700 euros y sueña con ser mileurista. Eso es crisis. No hay mejor forma de definirla que saber cuánta gente hoy se daría con un canto en los dientes por cobrar mil euros.

Tanto el guardia civil como el policía local siguen jugándose la vida a diario por un sueldo que, como mucho, merece arriesgar una uña. Sin embargo, no rebajan las exigencias ni su capacidad de servicio, mientras mantienen a sus familia con una modestia muy propia de la época y sobre todo con una humildad que no es reconocida nada más que en contadas ocasiones.

Me produce cierto escalofrío leer a Santafé diciendo que con esa equiparación de sueldos con los de la policía local, los guardias civiles podrían “ofrecer a sus familias mejores perspectivas” y pienso en esas familias, acostumbradas a las austeras casas-cuartel y a un nivel de vida modesto. Parejas y niños hechos a vivir con lo justo “por la patria” aunque el juramento sea solo del cabeza de familia.

No puedo dejar de pensarlo cuando son ellos los que nos sacan de un apuro en la autovía, los que nos rescatan si el río se desborda o los que nos evacúan cuando el incendio llena todo de humo y de miedo.

Es un servicio público que no ha mermado su esfuerzo a pesar de los recortes, a pesar de vivir eternamente en los recortes. De nosotros no depende que vivan mejor pero al menos sí que sepan cómo se lo agradecemos.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.