>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

Fantasmas en la TV

Reconozco que nunca me interesó el programa de Anne Germain ni me preocupa demasiado si es o no un montaje como se está diciendo ahora. No creo en fantasmas ni me parece que, de existir, deban ser motivo de shows televisivos.

Sin embargo, en una ocasión, aburrida de no ver nada en la tele, decidí dejarme camelar un rato.

Empezó el programa, habló con una señora recién enviudada; emocionó a su hija que la acompañaba y me pareció todo una pamplina bien orquestada y entretenida, que con el panorama audiovisual que sufrimos es más que un milagro. En plenos recortes, una ya solo espera ser divertida a coste cero.

Aquello no me hacía creer en nada más que en lo de siempre, es decir, en mi dolor de espalda cuando cambia el tiempo. Ese no falla y es un potente adivinador del futuro, más valioso que muchos papanatas. Pero de pronto algo cambió. Sin buscarlo, llegó un dato que me hizo atender a todo aquel circo.

La médium aseguraba a la señora que su marido estaba junto a ella. Qué yuyu. No me impresionó; solo daba cierto repelús. Pero cuando indicó que le acompañaba un perro no pude dejar de decirme a mí misma: “ten fe, ten fe”, mientras subía el volumen de la tele.

En efecto, siguió dando por hecho que el perrico estaba allí, feliz de verla y junto a su amo por toda la eternidad. En aquel momento decidí que si Anne Germain puede traerme un lamentón de Coco o la patita de Solete desde el más allá, me haré devota de su secta.

Yo no sé qué nos encontraremos en la otra vida ni si podremos venir a esta a chinchar a los que queden. Es algo a lo que, por otra parte, me encantaría dedicarme. Genio y figura hasta después de la sepultura.

Lo que sí sé es que no será paraíso si mis peludos de cuatro patas no me acompañan. Solo quisiera preguntarle a la Germain si, cuando sea fantasma, Whisky estará conmigo o con sus anteriores dueños, los que lo abandonaron. Pero no sé si tiene respuesta para eso.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.