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María José Pou

iPou 3.0

La mosca

En días como éstos, en los que la lluvia no acaba con el bochorno, ocurre que en cuanto abro la terraza se cuela una mosca. Diría que es “cojonera” si no fuera porque mi perro está castrado y una servidora no responde adecuadamente a los requisitos de un díptero volador de tales aficiones. Pero actúa como tal.

Me ronda durante la siesta; ronda al pobre Whisky que intenta terminar con la tortura de un bocado y parece una bacante enloquecida por el pasillo y queda, por fin, agazapada durante la tarde haciéndome creer que se ha ido. Cuando llega la noche y ya no es momento de abrir todas las ventanas para que se vaya, vuelve a aparecer. Yo no oigo la trompetilla pero estoy segura de que me hace una pedorreta y se troncha de la risa.

Sé que es un hecho irrelevante para el mundo y para quien suscribe pero intenten llevar una vida normal con una mosca pegada a la oreja. Acaba por distraer de toda suerte de actividad.

Si lees, pierdes el hilo de la trama pensando “ya está aquí otra vez”. Si cocinas, dejas de atender al fuego por miedo a que la golosa decida probar el arroç amb bledes caminando de puntillas por la cazuela. Si escribes, su zumbido interrumpe el monólogo interior en el que se sumerge el autor para convertirlo en relato.

En definitiva, te pones en lugar del toro que pasta libérrimamente y es azotado por una de éstas en sus criadillas o, peor aún, el burro que siente la presencia de la “mosca borriquera” alrededor de sus posaderas y entiendes lo ajustado que es el español y lo inhumana que es la mosca cojonera.

En esos momentos imagino el aliento de la oposición en la nuca de quien gobierna y como un maestro yoda considero la posibilidad de entrenarse para la vida con una mosca pesada de domingo zumbando alrededor. Mantenerse impertérrito entonces es alcanzar el autocontrol. Ya no es acabar con ella de un manotazo sino aprender a ignorarla. Así se hace un buen político.

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políticos

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.