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María José Pou

iPou 3.0

Farmacias y fractura social

Cuando ayer me acerqué a la farmacia para comprarme algo contra el catarro y la encontré cerrada por la manifestación, me entró el miedo. Solo fue un segundo. Vi el cartel que explicaba los motivos del cierre temporal y supe que en breve podría acabar con la congestión que tengo. Sin embargo, fue un segundo de terror.

Por un momento pensé lo que sería ver cómo cierran farmacias con la frecuencia con la que vemos desaparecer negocios. Me consta que algunas ya han tenido que hacerlo. Y sospecho que tendremos que acostumbrarnos a no tener una en cada esquina. A tener que andar más lejos para comprar medicamentos. A que no sea tan fácil conseguir lo que nos cura a un precio razonable.

Los farmacéuticos, ahora mismo, están evitando una revuelta social. Ya sé que muchos emprendedores no han podido ni apurar tanto y han tenido que cerrar su tienda porque su mercancía no está tan protegida. Unos y otros están sufriendo los rigores de una quiebra que no se quiere ni nombrar ni reconocer.

Sin embargo lo que están haciendo los farmacéuticos es parar un golpe mortal para una comunidad: la fractura social. El que puede pagar sus medicinas no está en riesgo. Va, la compra y se la lleva. El problema es que los profesionales de la farmacia están sosteniendo a quien no puede pagarla. Están subvencionando al más débil. Están actuando de ONG’s de los enfermos valencianos en situación de desprotección.

Se podrá decir que las farmacias están lejos de ser ONG porque durante muchos años han ganado mucho. No había más que ver los precios que tenían las oficinas de farmacia para saber que era un negocio muy goloso. Pero todo aquello se ha ido fundiendo conforme las administraciones han cerrado los grifos.

Durante meses, han sido la última esperanza de muchos enfermos. Donde no llegaba la consellería, llegaban sus ahorros. Y ahora ya ni eso. Solo les queda poner la hucha del Domund en el mostrador.

Enviado desde Kwania, Uganda.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.