Si por mí fuera, obedecería todos los días las consignas de UGT. No soy ugetista ni socialista ni sindicalista. E incluso hay días en los que me pregunto si sigo siendo periodista. Sin embargo, me gusta el leit motiv que ha elegido UGT para la huelga general: no te muevas. No gastes. No salgas.
Es mi sueño de cada domingo: poder quedarme en chándal y hasta en pijama holgazaneando todo el día. Sin embargo, no sé lo que es eso. Whisky me lo impide. No lo del pijama, que a él le trae al pairo mi modelito. Sino lo de no salir de casa. Esa, como saben, no es una opción compatible con un perro.
El caso es que, a pesar de mi afinidad con la recomendación de UGT, encuentro su cartel para hoy un pelín extremo: no uses el transporte público; no vayas al instituto o a la universidad; no repostes combustible ni conectes la calefacción; no hagas gestiones bancarias; no vayas a centros comerciales; no uses autopistas de peaje ni aparcamientos de casa; no enciendas las luces de casa”. Solo falta decir “no respires, no bombees oxígeno, no te muevas, no vivas, ¡sé una seta, my friend!”.
Ya sé que eso tiene su razón de ser. Que se note que algo pasa durante 24 horas, pero no encender la luz y no poner la calefacción son invitaciones al fornicio, con perdón.
¿Qué otra cosa se puede hacer si hace frío y no hay luz ni televisión ni vas de compras ni al cine? Ahora entiendo por qué no han incluido: “no consumas condones” o “no te cambies de ropa interior”.
En el fondo, lo que me preocupa es que resulta muy puritano eso de hacerlo con la luz apagada. Ahora bien, si la alternativa es meditar dentro de una batamanta, por aquello de pasar la huelga sin dejar huella de la existencia, casi prefiero lo primero. Entre ser una seta adormilada y pasar el día acurrucada junto a un robellón, optaremos por lo segundo. Si no me ven en la manifestación, no piensen mal. Seguramente me ha secuestrado la batamanta.