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María José Pou

iPou 3.0

La entrevista

Llegué tarde. Estaba recogiendo la mesa tras la cena y me pilló desprevenida. Cuando quise darme cuenta, eran las diez y veinte y grité: “¡ah, la entrevista!” y, cual conejo de Alicia, corrí a poner TVE1 mientras repetía el mantra: “llego tarde, llego tarde, llego tarde”. Vi a Santana, Josefina Molina, Nuria Espert y me pregunté: “¿aún no ha empezado?”. No. Ya había acabado. Hablo de la entrevista al Rey. De Hermida y de RTVE. Un bluf.

Tuve que verla en diferido pero, como su disponibilidad en la web no fue inmediata, mi primer contacto con ella fue la lectura de su transcripción. Ya entonces me extrañó que solo fueran 4 folios. Una entrevista, por poco que se alargue, requiere una labor de recorte, de revisión, de quitar y concretar a partir de muchas hojas. Ésta parecía hecha para el escaparate.

La entrevista del Rey era como una preciosa tarta decorada: nada se mueve, todo está su sitio pero el fondant no permite ver el bizcocho. Yo, por eso, prefiero los roscones de reyes rellenos, cuya trufa se ve caer por un lado, la fruta escarchada aplasta el otro y cuando le das un bocado aquello se deshace para delicia del comensal.

No era así la entrevista, encorsetada en sus preguntas y en sus respuestas hasta el punto de no distinguirse unas de otras demasiado bien. Era como si un apuntador le hubiera dado el pie al rey por lo bajo durante su discurso de Navidad. “Me alegra que me haga esa pregunta”, faltó decirle a Hermida.

Comparar su entrevista con las fotos de Obama, tan controladamente naturales, es desolador. Están en las antípodas: la Casa Real opta por evitar errores con rigidez; la Casa Blanca, con espontaneidad. Quizás por eso lo que me gustó es ver al rey hablando de su padre. El único momento de humanidad que le permitieron.

En definitiva, la monarquía necesita estrategas más lúcidos que no quieran proteger al rey de sí mismo o terminarán por hundirlo encerrado en una campana.

Enviado desde CKGR, Botswana.

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periodismo, Rey

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.