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María José Pou

iPou 3.0

Trincar y rascar

Durán dice que no dimitirá; Botella, que no tirará la toalla y Carlos Fabra, que el aeropuerto no es un fracaso porque tiene hasta posibles inversores.

La cuestión es no admitir el error.

Es digna de elogio la determinación con la que se mantienen en su puesto, en sus trece o en su poltrona. No es censurable que sigan firmes en sus convicciones y defiendan aquello en lo que creen. El problema es que, a menudo, no es su fe en un proyecto lo que les mantiene, sino su fe en ninguno. Puro pragmatismo.

Algunos nos hicieron pagar un aeropuerto inútil, por mucho que ahora lo vendan como una gran inversión y hasta un chollo. Era un error pero no lo aceptarán nunca. Como lo era hacer negocios con Nóos y Urdangarín, por lo que estamos conociendo. Pero nadie lo frenó. Como también parecía impropio el desfalco de Emarsa pero nadie se quejó.

Y, como digo, no me parece mal que inventen tontunas y que pierdan el tiempo, las energías y el parné. Siempre que sea suyo, no de todos nosotros.

Por eso cuando leo que los de Urdangarín plantearon un trasvase entre el Mar Rojo y el Muerto, me pregunto por qué no hicieron un canal para pasar del Mediterráneo al Atlántico sin dar la vuelta a la Península Ibérica. Por entre los Pirineos, sin ir más lejos. O bien un transplante de playas desde la Costa Blanca a la Meseta o un desfiladero por el camino de la Cañada Real.

Mi pregunta es ¿cómo nadie se plantó y dijo “esto es una tomadura de pelo”? ¿Acaso no lo harían si fuera un electricista a proponerles montar luces de Fallas por el pasillo de casa o un técnico de la lavadora sugiriendo que propulsaran el tambor con la energía obtenida de las peladuras de manzana?

Si lo hacemos cuando nos tocan el bolsillo, deberíamos esperar que los gestores del dinero público estuvieran alerta cuando tocan el de todos. Sin embargo, no solo no es así sino que, cuando pueden, trincan. En el trincar y el rascar, todo es empezar.

Enviado desde Ahal, Turkmenistán.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.