¿Quién dijo que el sacerdote de la campaña de Aqua era católico? ¿No podía ser anglicano? Nada indica que no lo fuera. Sin embargo, un grupo de católicos se sintió herido y lo hizo saber hasta que el centro lo retiró.
No seré yo quien se queje del derecho de los consumidores a rechazar el escarnio como leit motiv de la publicidad, pero la campaña retirada dista mucho de ser ofensiva o de incentivar la mofa de los creyentes.
Personalmente solo me molestó que el cura fuera tan feo. No es que presuma de que los católicos tenemos el clero más guapo del planeta pero con un párroco así una servidora estaría cerca de la apostasía.
No se me ofendan ahora los católicos. Yo también lo soy. Pero quiero una iglesia menos rancia, un poco más tolerante, abierta y capaz de reírse de sí misma.
¿Ofende el cura con cara de estreñido en el reclamo publicitario? ¿Por qué? Como indicaban los responsables de Aqua a una conocida que se quejó, la publicidad permite múltiples interpretaciones. La mía es positiva: hay tantos fieles en las iglesias los domingos que su huida, motivada por una alternativa comercial, sería significativa. No estoy exagerando. Posiblemente las iglesias sean las entidades que reúnan más seguidores semana tras semana, a excepción del fútbol. Y digo iglesias porque, a pesar del peso mayoritario de la católica, también lo hacen otras confesiones religiosas presentes en la Comunitat.
Y no me ofende porque sé que los fieles van a la iglesia por razones distintas a las que acuden al centro comercial. Es más, es el centro quien debería preocuparse. Nadie va a la iglesia por pasar el rato, pero sí allí. Allí acuden, a veces, en ausencia de otra alternativa, de modo que una propuesta diferente sí puede restar clientes, no fieles.
No seré yo quien defienda que todo en vale en la publicidad pero sí que era un anuncio “blanco”, con un mensaje definido y bien sintetizado. Sin maldad.