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María José Pou

iPou 3.0

El lado ciudadano

De pronto, todos han caído en la cuenta de que el problema más grave es el paro. El presidente del Parlamento Europeo dice que es una vergüenza que el paro juvenil sobrepase el 50%. Lo mismo clama Merkel refiriéndose al triste presagio de una juventud sin trabajo. Y, con ellos, no son pocos los que ahora proclaman a los cuatro vientos que la solución solo pasa por activar la economía, que el problema de nuestro país es la falta de crédito y que, de no preocuparnos por eso, jamás iremos adelante. No nosotros sino Europa y, con ella, el resto del mundo.

Han tenido que pasar cuatro años para que el foco se centre donde debería haber estado en el principio: en el ciudadano corriente, que no ha especulado ni gastado más que aquello que le decían que tenía. Ése que se ha dedicado a trabajar, a aspirar a una vivienda y a una comodidad por la que luchaba cada día y que no se le regalaba. El que, al fin y a la postre, mueve la economía real, no la de salones de guante blanco. Esos son los que se benefician de jugar con el dinero; el ciudadano, como usted y como yo, no se enriquece con él, vive de él, que no es lo mismo. No amasa fortunas sino que guarda, conserva, gasta e intenta ser feliz y tener un futuro.

Hace cuatro años que debían haber exigido a los bancos; debían haber exprimido a los Lehman Brothers y Sisters; debían haberse puesto del lado de los ciudadanos indefensos ante políticas agresivas.

En lugar de eso, se unieron a los especuladores, los grandes fondos, los pequeños miserables que chupan la sangre y quienes ven en el otro una fuente de riqueza material, no un pozo de tesoros espirituales.

Ahora quieren redimirse ante nuestros ojos, pero es tarde. Lo harán, incluso creerán conseguirlo pero ya han dejado claro del lado de quién están. No del nuestro. Tampoco es que les preocupemos. Solo les preocupa que nuestra agonía les impida tener éxito. Y a los buitres, seguir engordando.

Enviado desde Amou, Togo.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.