La demonización de algunos personajes públicos oculta lo que dicen. Como son odiados, damos por hecho que su forma de pensar es fruto de su propia maldad. Hasta que lo escuchamos de nuevo en boca de otra persona. Eso es lo que ha vuelto a pasar en estos días.
Hace meses, hubo quien atribuyó una frase a la perfidia del personaje pero ya no parece que sea solo un problema personal. Me refiero a las declaraciones desafortunadas de Díaz Ferrán en las que afirmó que debíamos trabajar más y cobrar menos. Entonces -y no digamos cuando cayó en desgracia- algunos relacionaron esa abominación con su demoníaca personalidad.
Sin embargo, llega ahora otro presidente de los empresarios y dice lo que dice sobre funcionarios que sobran y parados inexistentes. Y ahora, ¿qué? ¿Eran cosas de Díaz Ferrán o algo más?
En sus palabras hay algo que enfada y algo que sorprende. A mí no me sorprende lo que dice de los funcionarios pero sí entiendo que haya enfadado a los implicados. Desconozco si son ellos los que sobran, pero lo de gastar papel y teléfono cuando la casta política gasta mucho más que eso sin ver un fruto concreto me parece cuanto menos arriesgado.
Sin embargo, lo que me ha llamado la atención es su negativa a creer que haya seis millones de parados. Diría que estoy de acuerdo con él. No creo que haya seis sino más. Él dice que menos y ahí es donde me deja perpleja. No tiene más que salir a la calle, ver la cantidad de negocios que han cerrado, de empresas que han recortado personal y de autónomos que se dan de baja para saberlo. ¿Acaso no tienen datos de las empresas afectadas? ¿O estos también viven en su burbuja? Si es así, el poder en España parece sobrevivir en una botella de champán, rodeado de burbujas que impiden ver la realidad.
Tal vez todo sea un mensaje de consumo interno o de una bengala para hacerse notar pero no es momento de tocar las narices a quienes ya están bastante fastidiados.