>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

Francisco conquista a la prensa

“¿Cosa ha fatto oggi il Papa?” (¿Qué ha hecho hoy el Papa?), lo preguntaba ayer junto a San Pedro una monja sonriente a unos periodistas que salían de la sala de audiencias. Uno de ellos, trípode en ristre, le contestó: “Ci ha fatto ridere” (nos ha hecho reír). Y el grupo de religiosas que esperaban atentas una anécdota de Papa Francesco dieron por bien empleado el plantón. Seguro que luego habrán ido corriendo a contárselo a las demás.

Es lo que tienen las historias de los papas contemporáneos, que se extienden con facilidad entre un público entregado que se está empezando a viciar.

Corresponde también a los inicios del idilio entre un papa que proporciona gestos, fotos y titulares y unos medios de comunicación que se alimentan de ellos.

Francisco y la prensa se quieren y se buscan. Están en la etapa de enamoramiento que se corresponde con el deslumbramiento. Ya vendrá quizás la de la decepción o, con suerte, solo la de la realidad.

Parece como si el Papa tuviera cierta ansiedad escénica, esto es, urgencia por decir todo aquello que quiere transmitir. Y, mientras, los periodistas, se muestran encantados de tener anécdotas jugosas que contar, como la del cardenal que le sugirió llamarse Clemente para vengarse de Clemente XIV por haber suprimido la Compañía de Jesús. Junto a eso, Francisco sabe combinar los toques de humanidad como el “habéis trabajado, ¡eh!”, que dijo a los periodistas nada más comenzar la audiencia o las frases contundentes como la que siguió a un hondo suspiro: “cómo me gustaría una Iglesia pobre”. Cada uno, para un medio de comunicación y para un lector distinto. Y, cómo no, una novedad: el Papa no dio su bendición habitual sino una, “de corazón”, apta para no creyentes porque -dijo- “cada uno es hijo de Dios”. Como en otras ocasiones, hubo quien lo consideró “una vergüenza” pero el enfado era aislado. La mayoría encontró humanidad en su opción.

Los detalles son comentados por los profesionales y “archivados” en la memoria de quienes saben más de los papas que las columnas de Bernini. No hay más que escuchar a Paloma Gómez Borrero en una noche romana de confidencias, fantasmas y recuerdos. Pocos de los 5600 periodistas que ayer abarrotaban la Sala Nervi son reconocidos por la calle, llamados por el Papa por su nombre de pila o mirados con devoción por los aprendices de vaticanista. Ella es la wikipedia del anecdotario romano. También del profano, no del sacro.

Por eso quizás desdramatiza la alarma de algunos periodistas que ven excesiva la gestualidad de Francisco en estos días. Ella no teme la sobreexposición. Tiene claro que lo importante es entender el sentido de cada signo.

Signos que el Papa está cuidando porque sabe que este fin de semana ha de ganarse a dos públicos distintos e importantes, la prensa, ayer, y los fieles, hoy, en el Ángelus. Y, aunque no sea un Juan Pablo II en el escenario es consciente de que del primero depende en buena parte el segundo.

El Ángelus es el primer gran acto de masas del Papa, el ensayo para el martes. Por eso Roma lleva ya unos días tomando medidas. Una de ellas es despejar de coches algunas vías que llevan al Vaticano, para disgusto de los vecinos, con objeto de aparcar allí los autobuses que vendrán. También la Santa Sede anda en preparativos en la Plaza de San Pedro, como el montaje del altar donde celebrará su primera misa el nuevo Papa o la limpieza y blanqueamiento de la columnata. Todo debe estar a punto para el inicio del nuevo Pontificado.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.