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María José Pou

iPou 3.0

El hilo musical

Aún recuerdo cuando, de niña, fui con mis padres a un hotel que tenía hilo musical en la habitación. Aquello parecía lo más. Tal vez era porque, por entonces, no había tele por cable ni wi-fi ni más “obsequios de cortesía” que un sobrecito de gel y otro de champú. Por eso, probablemente, me impresionó. Sin embargo, al poco de ponerlo, me aburrió soberanamente, pero la sensación de tener algo para aburrirse que no tenía nadie me producía cierta satisfacción.

Desde entonces acostumbro a fijarme en los “hilos musicales” de dentistas, tiendas o ascensores. Los mismos que suenan en el tren cuando te dan auriculares. El canal relajante aburre a las ovejas pero ayuda a dormir. Y los de clásica y pop, español y extranjero, están bien siempre que el viaje no sea largo y se repita la secuencia una y otra vez.

Por eso me extraña que todavía hoy haya hilos musicales en muchos sitios existiendo otras fórmulas para programar música más variadas, entretenidas y flexibles. Son las que usa la arriba firmante, cada vez más volcada en la ambientación musical doméstica, para sustituir a algunos programas de televisión estresantes.

Seguro que, al leerlo ha pensado en esos en los que la gente chilla sin sentido, sin control y sin elocuencia. En efecto, esos me pueden, ya sean telenovelas reales o figuradas, valga la redundancia. Con ellas de fondo, no hay quien duerma la siesta sin sobresalto. Para eso, es mejor dormir los documentales de la 2 pero últimamente los de animalitos me provocan también demasiada desazón cuando veo a unas águilas atacando a una cría de foca y dejando la nieve ensangrentada.

Así que solo me quedan los reportajes sobre el románico, donde no hay vísceras a la vista. Ni siquiera puedo ver sin estremecerme las sesiones de control en el parlamento. Ayer mismo vi una y tuve que pasarme rápidamente al documental sobre la autenticidad de las obras de Shakespeare. Ver a Soraya preguntando estupideces a la tocaya y ésta contestando a todo con un “en 2008” para evidenciar la herencia, me superó. Ya no puedo con ellos. Antes me ahogo con el hilo musical.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.