Pensaba que la ducha fría era una recomendación de colegios mayores para los ardores adolescentes pero veo que más allá del desajuste hormonal. Al menos eso es lo que se desprende de las declaraciones que hizo ayer el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Arias Cañete, junto a la comisaria europea de Acción por el Clima, Connie Hedegaard.
Dijo el ministro que él se duchaba con agua fría para no desperdiciar agua esperando a que saliera caliente. A su lado, la comisaria europea discrepó e informó al mundo entero de que ella no renunciaba al agua caliente. ¿Con qué mensaje quedarse?
Sin duda, con el de la responsable europea. Aparentemente es incompatible con el cuidado del medio ambiente y es cierto que el ahorro de agua es una máxima esencial para nuestro entorno. Sin embargo, eso no nos obliga a vivir como en el XIX sino a ser conscientes del uso de los recursos naturales.
Me siento más próxima a la responsable europea que al ministro a pesar de que el agua me gusta más fría que caliente: para beber, para lavarme las manos o la cara, nada mejor que el agua fría. Pero para la ducha en invierno prescindir del agua caliente parece una tortura innecesaria.
Pero además me quedo con la comisaria por sincera. No niego que el ministro opte por sentirse pingüino en las duras mañanas de enero pero desde el momento en que dice que esa costumbre la tomó al llegar a este ministerio, me da que pensar. Es más, confiesa que antes era un “derrochador de agua”. ¡Qué admirable conversión a la fe ambientalista solo con tocar la cartera de ministro del ramo! Deberían ponerla en un altar junto al Ebro y hacer que los presidentes de las autonomías vinculadas al trasvase la besaran.
No niego que es posible esa repentina iluminación que sufrió el titular de Medio Ambiente pero algo me dice que un cambio de “derrochador” a masoquista del grifo azul es sospechoso. Como saben los ambientalistas no se trata de gestos extremos sino del cambio de gestos comunes: ducha en lugar de baño, cerrar el grifo al cepillarse los dientes o poner las lavadoras justas.