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María José Pou

iPou 3.0

Agua del Carmen

En estos días sé que al menos un médico que conozco está de enhorabuena. Es un médico de empresa que todo lo resuelve recetando agua. ¿Te duele la garganta? Bebe agua. ¿Constipado? Bebe agua. ¿Cansancio general? Bebe agua.

La ventaja es que su tratamiento nunca tiene contraindicaciones ni efectos secundarios. Lo que me extraña es que su consulta no está patrocinada por Emarsa.

Quizás esa ineficiencia hace que, desde hace años, una servidora prefiera sufrir en silencio cualquier mal antes que ir a preguntarle. Ya bebo más de dos litros diarios a sí que no veo cómo pueda ayudarme su remedio universal.

Sin embargo, él es el médico ejemplar para la consellería de Sanidad, dispuesta a que los enfermos optemos por las dos formas más eficaces de disminuir la factura farmacéutica: morirnos o generar anticuerpos espontáneamente. Yo, como aún no he conseguido averiguar la fórmula mágica de los anticuerpos, he optado por lo primero, eso sí, dedicándole, con cariño, mi epitafio al conseller, algo así como “No ganarás para ansiolíticos cuando te me aparezca todas las noches. Uhhh”. Lo que me voy a reír.

Hasta que eso llegue, tenemos que vivir bajo el signo de la racanería. Ahora, dicen que mimarán más a los médicos que receten medicamentos por debajo de los 11 euros. No sé a cuánto están ahora las botellitas de agua del Carmen. Si no recuerdo mal, las había de 5 o 6 euros, así que entran en el presupuesto de la consellería. ¡Ave María Purísima!

Lo que me preocupa no es mi futuro, que veo negro o beatífico, una de dos, sino el de la generación de mi madre. Ella necesita una medicación que supera con mucho los 11 euros, por ejemplo, unos parches contra el Alzhéimer que me cuestan más de 100 la caja; unas pastillas para el nerviosismo diario por los que pago 50 y otros para la circulación de las piernas que han retirado del seguro, como si unas varices en las mías fuera lo mismo que una embolia en las suyas. Yo no hago más que darle agua, pero solo consigo gastarme más en pañales, aunque imagino que la seguridad social en breve me los dará lavables. Todo sea por ahorrar.

Enviado desde N5, Sahara Occidental.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.