Dice un amigo mío que no le gusta leer autobiografías porque están escritas para justificarse. Es cierto. Cuando uno escribe su vida, no cuenta lo que pasó sino lo que quiere recordar de lo que pasó. E incluso, siendo benevolente, lo que uno cree sinceramente que ocurrió. No hay que olvidar que todos reconstruimos en nuestra memoria los hechos y damos a los recuerdos un sentido que nos reconcilie con el mundo, con sus protagonistas o con nosotros mismos.
Por eso, las biografías que interesan son obras de extraños que se acercan sin amor ni fobia a un personaje, solo con interés por conocerlo y darlo a conocer. Sin implicación personal ni ganas de reposicionarse en la historia o de lograr “vendettas” con efecto retroactivo.
No puedo evitar pensar en ello en cada página que leo de una de mis adquisiciones en la actual Feria del Libro: las memorias políticas de Ricard Pérez Casado.
Resulta curioso que la imagen que yo tenía de él antes de adentrarme en su “Viaje de ida” fuera mejor que la actual. Es extraño habida cuenta del empeño que pone el autor por presentarse como lo mejor que le ha sucedido a Valencia. No niego que sea así pero hubiera preferido pensarlo por mí misma y no por la insistencia en esa “idea fuerza” que encuentro en sus memorias. Iba camino de ello hasta que empecé el libro.
De hecho, si me decidí a comprarlo en una lluviosa tarde de abril, para sorpresa de quien atendía el stand de la Universitat de València y envidia de quienes languidecían en los demás, fue porque le guardo gratitud como valenciana. Cada vez que voy al río a pasear a Whisky, elevo una plegaria por quienes defendieron que todo aquello no fuera espacio de una autopista –este diario, sin ir más lejos- y se convirtiera en un jardín, aunque aún tenga pendiente un espacio libre para perros.
En su haber diré que me compensa leer su andanada contra los correligionarios del PSPV. El clima que describe ayuda a entender la falta de una oposición en la ciudad. Y no solo ahí sino en toda la Comunidad, sea un invertebrado que “también vive”, como cuenta que le dijo Lerma, o no.