Aunque la imagen no era reciente, hace apenas unos días el cambio de foto en el perfil de Facebook de Mariano Rajoy provocó todo tipo de comentarios, montajes y chascarrillos. Hubo quienes consideraron que su casa entera cabía en ese despacho, quienes se preguntaban por qué estaba la revista “The Economist” encima de la mesa, habida cuenta del nivel de inglés del presidente, y quienes jugaban con imágenes en el exterior a través del ventanal. Sin embargo, a mí lo que me llamó la atención era que Rajoy aparecía escribiendo en lápiz y con el ordenador apagado. De pronto, me sentí en Atapuerca.
No me preocupa que el presidente esté mirando unos papeles en lugar de la pantalla del ordenador. Es más, lo agradecí pues eso me aseguraba que su afición al plasma se reduce a las videoconferencias desde la sala de al lado. Sin embargo, me inquietó lo que de falso pudiera tener la imagen. Ya sé que esas fotos son como las de la casa de los famosos en el “¡Hola!”: son las únicas en las que el protagonista, recién levantado, está mejor que muchos de nosotros después de tres horas en maquillaje y peluquería.
La foto del despacho de Rajoy no es muy diferente a la del salón del último pijo pinturero que se retrata en el papel couché: no intenta ser una foto sino un mensaje; no pretende mostrar sino hacer ver, que no es lo mismo.
La pregunta es ¿qué transmite un lápiz?, ¿qué se ha querido decir con la exaltación del lapicero que hace esa foto? Conozco a muy poca gente que use lápices más allá de arquitectos o diseñadores, y no sé si me inquieta o me tranquiliza. El lápiz se borra, evita maltratar el documento y queda asociado, pues, a la inseguridad. Yo misma lo uso al leer por no estropear los libros. Sin embargo, para escribir prefiero la tinta.
En la mesa se ve, además, un montón de lápices recién afilados con el nombre de Mariano Rajoy en el lugar donde debería aparecer Staedtler o Faber Castell lo que parece indicar que es de una utilidad máxima. Tal vez así se explique su política: suficientemente flexible para el cambio; demasiado volátil para dar seguridad.