Parece tan lejano que impacta todavía más. Escuchar a la viuda del inspector Puelles hablar del asesinato de su marido a manos de ETA es la mejor forma de poner en su sitio el recuerdo que tenemos de la banda y el papel de sus carniceros. Las víctimas del terrorismo son la presencia continua de la realidad. Doy gracias por tenerlas. A pesar del dolor. A pesar de lo mucho que desearían ellas no “ser”. Su testimonio nos devuelve a la verdad del terrorismo etarra por si algún día se nos olvidara, como parece que sucede cuando vemos a los “bildus” hablar de “víctimas políticas” o a los nacionalistas extremos, de fines y nunca de medios.
Haber sufrido el zarpazo de la violencia etarra debería habernos vacunado contra las exaltaciones patrióticas de cualquier tipo, sobre todo de aquellas que ponen “el país” o “la nación” por encima de sus habitantes.
Sin embargo, nos acostumbramos a escuchar testimonios como los de la viuda de Puelles como si tal cosa. Como si fuera normal oír una explosión y saber, sin que nadie te lo diga, que te acaban de destrozar la vida. Es uno de los detalles que siempre me impresionan de las declaraciones de un familiar de víctima etarra. Esa convicción de que es tu marido, tu padre o tu hijo quien ha acaba de volar por los aires, nada más escucharse la deflagración. Sin que nadie te diga nada.
A eso nos tenía acostumbrada ETA: a sentirla presente en cada paso, en cada desgracia, en cada informativo. A mirar los bajos del coche. A pasar miedo por defender una idea distinta a la de los que hoy hablan de paz.
Debería seguir impresionándonos su testimonio y la verdad de sus afirmaciones, sin embargo, algo nos frena. Seguramente es el deseo de dejar atrás todo el horror pero esa etapa no se cerrará hasta que no se haya hecho justicia. Es curioso que algunos lo vean claro cuando se trata de las víctimas del franquismo pero quieren pasar página deprisa cuando se trata de las de ETA.
La viuda de Puelles y su reclamación de derechos debe ser atendida pues tener que asistir a la rehabilitación de los verdugos es la peor condena a las víctimas.