Me cuesta imaginar a un juez repasando la cuenta del Mercadona en plena vista oral o a un profesor confirmando que no le han cobrado dos veces el lavavajillas en Consum mientras da la clase. Lo entendería si sus sesiones duraran diez o doce horas y no tuvieran otro momento que aquel en el que el acusado admite que mató a su vecino con una catana o justo cuando toca explicar a los chavales la poesía de Góngora o el papel de Robespierre en la Revolución Francesa. Hay madres y padres profesionales que atienden a un trabajo agotador y aún sacan tiempo para repasar los deberes de los críos y revisar facturas. A las tantas de la noche, por cierto. Nunca en el trabajo.
Por eso, resulta tan indignante que un político que no tiene precisamente una jornada extenuante en la Diputación o en Les Corts, dedique ésta a revisar los gastos del súper, jugar a ‘Apalabrados’ o cortarse las uñas.
Ahora bien, por lo general nos ensañamos con éstos porque son carne de cañón. ¿Puede haber algo peor que verles hacer cosas inútiles o propias del ámbito privado? Sin embargo, no nos parece impropio que un diputado se entretenga en tuitear, en hablar por el móvil o en aburrirse a dos carrillos, como a veces los vemos.
Ciertamente una llamada de teléfono no tiene por qué ser un divertimento pero ¿de verdad es tan necesario hablar por el móvil durante una sesión parlamentaria?
La verdadera dimensión del problema no está en perder el tiempo con tonterías sino en perder el tiempo. Aunque sea con un serio informe del partido sobre intención de voto en la Comunitat.
La cuestión es que tenemos pocas oportunidades de controlar la actividad real de cada diputado y muchos de ellos no aportan nada a la actividad de los órganos a los que pertenecen. Salvo costar dinero, gastar luz, agua de la cisterna del W.C. y pinchos de tortilla de la cafetería. Personalmente me enfada tanto el uso inútil del tiempo como el acusica que se entretiene chivándose a Internet del contrario. Si su paso es tan irrelevante, resulta indecente que aún pongan pegas para reducir el número, el sueldo o sus privilegios.