Con las playas pasa como con alguna película de cine: el visionado no pone de acuerdo a las dos grandes opiniones a las que se enfrenta el director, la crítica y el público.
Ante la Malvarrosa, la crítica tuerce el gesto mientras que el populacho está encantado: está cerca, limpia, rodeada de sitios para comer y llena de actividades. ¿Qué más se puede pedir? A tenor de la repetida negativa a darle una bandera azul, hay mucho más que se le pueda exigir.
La pregunta es si resulta negativo que una playa tan propia del Cap i Casal no sea incluida entre las mejores. Bueno no es, de eso no hay duda. Al fin y al cabo es una opinión solvente, independiente y contrastada la que se niega a darle una bandera azul reiteradamente. Pero, por lo demás, depende. Si lo que se busca es que la gente acuda en masa a cambio de lo que sea, no hay problema. Siguiendo con el símil cinematográfico, la Malva es como “Torrente”, la obra de Santiago Segura. En ella, como en la película, cabe todo el mundo; a muchos les encanta ir a jugar al vóley, a volar cometas o a cualquier otra actividad de ésas que nos hacen perder la bandera azul. De la misma forma, “Torrente” es para un público masivo, no para una élite.
Ahora bien, si se busca tener como emblema de la industria turística local una obra reconocida por los especialistas, habrá que atender a quienes conceden las banderas. Conformarse con que la Malvarrosa sea “fast food” pudiendo ser alta cocina es como pretender que “Torrente” sea el exponente del mejor cine español. Merecemos más, y lo digo con una salvedad: la calidad de la Malvarrosa entre las playas valencianas es muy superior al cine protagonizado por el sargento casposo en relación a la historia del cine español.
Lo que resulta curioso es que ya no se puede echar la culpa al Ministerio como en los años anteriores. ¿Sigue siendo Costas la mala de la película a la que reprochar la “fijación” con esta playa, como algunos decían no hace tanto? Quizás es momento de no dar nada por supuesto. Ni siquiera que los “nuestros” nos hagan mimos desde el poder.