“Sin credibilidad y confianza es imposible recuperar un país”. Son palabras del ministro de Economía pronunciadas ayer en Valencia. Se refiere al esfuerzo de Rajoy por conseguir que el resto del mundo deje de mirarnos como uno de los “PIGS”, los países vagos, derrochadores y abusones.
Sin embargo, los valencianos estamos necesitando que se aplique a nuestro entorno. Parafraseando a De Guindos, diré que “”sin credibilidad y confianza es imposible recuperar una comunidad”. La nuestra, que ahora mismo es vista desde el resto de España como una panda de corruptos, aprovechados y despilfarradores. Y lo peor es que tengan razón.
Ayer no hice sino preguntarme ¿qué demonios celebra el PP? Montar un festejo para destacar el primer año de liderazgo de un político llegado de refilón es, cuanto menos, sorprendente. No hace tanto que la Comunitat se vio golpeada por la dimisión de su presidente acusado de corrupción. Cierto es que no fue condenado pero casi todos somos conscientes de que el problema no eran dos o tres trajes, sino haber permitido que, bajo su mandato, camparan a sus anchas los sinvergüenzas, vagos y maleantes que han saqueado las arcas públicas. No me refiero solo a Correa sino a todos los que incluso hoy siguen en sus puestos. Y se lo siguen llevando a espuertas.
¿Es eso lo que celebra el PP? ¿Que Fabra aterrizó de casualidad en un partido noqueado por la Justicia?
Si lo vemos desde el otro lado, tampoco es favorecedora la respuesta. Decía ayer el ministro Soria que la gestión de Alberto Fabra “está sentando las bases del crecimiento, la prosperidad y el bienestar en la Comunitat”. Me alegra saberlo pero no puedo dejar de preguntarme por la consistencia del argumento. Si tan bueno era Fabra, ¿por qué no lo auparon de líder del PP en la última convocatoria electoral? Y si Camps era mejor –que es la respuesta inevitable- ¿por qué lo han condenado al ostracismo?
Fabra no puede ni siquiera celebrar el primer año de la victoria porque no la ha conseguido. Lo que resolvieron hace un año fue la crisis del PPCV, no la de los valencianos. Esa aún está aquí.