Soy poco aficionada a las manifestaciones. Solo voy a aquellas en las que no hay interés personal ni de grupo. Por eso falto a muchas de ellas y pido disculpas si prejuzgo algunas de las convocadas últimamente en Valencia.
Hay tres causas que nunca dejo pasar: contra el terrorismo, la violencia contra la mujer y el maltrato a los animales. En el fondo es la misma causa: alzar la voz de los que no tienen voz y, sobre todo, de quienes sufren el azote de una violencia injustificada, brutal y profundamente vergonzante para una sociedad.
Las tres tienen su origen en el desprecio hacia otros seres vivos en razón de su ideología, de su sexo o de su especie. Un desprecio que nace de la convicción de que uno es superior a ellos.
El etarra piensa que él, los suyos y su causa pueden atropellar la libertad y la vida de otros que ven las cosas de forma distinta. El maltratador machista piensa que su entrepierna tiene poderes esotéricos que lo elevan por encima de quienes no los tienen. No sabe, imbécil, que su única potencia es ser un absoluto carvenícola. Por último, quien hace daño a los animales cree que su condición humana lo diferencia de ellos en su inteligencia y solo demuestra, con sus acciones, que la de sus víctimas no solo es más poderosa sino dotada de más “humanidad”, valga la paradoja.
Por eso acudo a las manifestaciones que reivindican una máxima esencial en nuestra convivencia: la crueldad nos deshumaniza. Y las autoridades están obligadas a proteger al débil y a toda la sociedad de ese proceso autodestructor. Así, no fue difícil verme en la manifestación del sábado en Valencia en recuerdo de Regina, una perra torturada salvajemente hasta morir. Y en recuerdo de Tidus, quemado vivo hace poco. Y de Xena, que caminaba con nosotros, aún con las heridas producidas por otros perros. Es el precio de haber servido de sparring. Ella, que era todo amor a quienes se le acercaban.
Son manifestaciones menos espectaculares y mediáticas que otras, pero cada día más masivas. Señal de que la sociedad valenciana no necesita quemar contenedores para defender una causa justa.
FOTO (MODEPRAN): Xena, perra robada para ser usada como sparring. En el cartel se ve el estado en el que uedó. Ahora solo le queda una herida por cerrar que se ve en primer plano y las heridas psicológicas.