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María José Pou

iPou 3.0

Ven y no lo cuentes

Ayer me sorprendió de buena mañana un anuncio de viajes en el periódico. En esta época no es raro ver publicidad de cruceros, de apartamentos o de rutas de ensueño, pero no suelo fijarme porque no me gustan los viajes organizados. Sin embargo, en esta ocasión sí lo hice. Era la primera vez que veía anunciar viajes a Corea del Norte.

Me llamó la atención por la excepcionalidad y por interés propio: para una visita de ese tipo no me importaría contratar a una empresa organizadora. Soy consciente de que no se puede ir por libre a un país como ése, de modo que accedería a ir en un tour organizado y comunal. Poder visitar Corea del Norte bajo el yugo totalitario me parecía una experiencia interesantísima cuya oportunidad no quería dejar pasar. Así pues miré el precio, me pareció muy competitivo y me animé más aún: solo me faltaba cuadrar las fechas para poder ir en vacaciones.

Cuando lo tenía todo a punto para contratarlo hoy en la agencia, vi unos símbolos de prohibición: no periodistas ni fotógrafos, no teléfonos móviles, no conexión a Internet. Además indicaban el uso de ropa formal para determinados eventos pero eso no solo no me preocupa sino que me parece lógico en algunos entornos: tampoco se puede entrar en shorts y tirantes en el Vaticano o en la Mezquita Azul de Estambul y es deseable que el turista lo respete.

Sin embargo, lo anterior me dejó de hielo. No se me permite ir a Corea del Norte. Ni siquiera, yendo en mis vacaciones y sin ejercer de periodista por allí. Sencillamente los periodistas no podemos ir.

Aquello no solo me frustró; también me inquietó que una empresa española sea cómplice de una discriminación hacia una parte de los españoles y me dio la medida del país. Un lugar al que no pueden acceder los periodistas no es un sitio de fiar. Que no nos vendan otra cosa. Ahora quieren mejorar su imagen con turistas controlados que ejerzan de propagandistas del régimen y esta empresa se presta a ello con tal de hacer negocio. Es apetecible. Sin duda. Es un viaje diferente. Pero es lo contrario al eslogan de una campaña nacional: “ven y cuéntalo”.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.