>

Blogs

María José Pou

iPou 3.0

Aceras inexplicables

Por mucho que lo hablo con los vecinos, no encuentro a nadie feliz con las nuevas aceras de Russafa. Son aceras enormes que acabarán convertidas en terrazas de bares, autopistas para bicis o aparcamientos L’Oreal (porque yo lo valgo) para el caradura de turno. Eso por no hablar de los bancos que instalan, presuntamente para gente mayor o peatones cansados, y terminan siendo el trono de borrachos que cada fin de semana convierten este barrio en el vómito de Valencia.

Yo he sido de las que amaneció encantada con la ampliación. Quien haya tenido que acompañar a una anciana por Valencia cogida del brazo sabrá por qué. Las aceras son para ir solo. Como los carriles bici son de un solo sentido, en su mayor parte. Por eso tener aceras XXL me parecía algo propio de una ciudad europea y realmente “verde”, donde el peatón es el rey y el coche, su súbdito. No al revés.

Sin embargo, conforme pasa el tiempo y veo para lo que sirven las aceras y algunos problemas de su diseño, me convenzo más de que no se pensó en el bienestar del peatón.

Ocurre con esa manía de hacer rampas enormes, que cogen toda la acera. Están muy bien cuando vas con silla de ruedas o carrito de bebé. Cuando vas a cruzar, pero no cuando sigues recto. Si andas por la acera, es un rally permanente donde subes y bajas continuamente y a veces hasta te pones de canto. Pruébenlo con una silla de ruedas. Creerán que hacen looping.

Luego están los árboles. Como no sean hologramas, no creo que los pongan. No hay sitios. No hay huecos en las aceras nuevas. Cortaron las acacias pero no han plantado nada, aunque la naturaleza haya seguido su curso y hayan crecido matas de dos metros que me hacen sospechar que el ayuntamiento nos quiere verdes de verdad. Viviendo en plena jungla.

No son solo los hosteleros y comerciantes quienes no pueden más. Hay ancianos que no salen de casa por miedo a caerse entre vallas, maderas y forjados. Cuando preguntas, todos dicen pero ¿por qué han hecho esto? Y nadie tiene una respuesta salvo el que dice “algú s’omplirà la butxaca”. Visto lo visto, igual hasta tiene razón.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.