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María José Pou

iPou 3.0

Royal baby

La más sincera, la Reina. La de Inglaterra, digo. “¿Qué prefiere, niño o niña?”, le preguntaron hace unos días. “Me da igual”, contestó, “lo que quiero es que venga ya, que me tengo que ir de vacaciones”.

Es lo que tiene su posición, que puede decir eso sin que nadie la tome por insensible y, sobre todo, que puede irse de vacaciones y hasta presumir de ello.

Ayer, probablemente, su comentario debía de ser unánimemente apoyado por el resto de la familia. Mucha ilusión y mucho interés público, pero una jornada de parto tan larga convertía en críptico el comentario de “avanza con normalidad” que se dio por toda información durante horas. Definan “normalidad”, dan ganas de decirles.

Lo curioso es el fenómeno “royal baby” que en España vivimos con menos pasión. ¿Alguien se imagina iluminando de rosa el Palacio Real para celebrar el nacimiento de Leonor? En Londres, sí, pero no Buckingham sino Trafalgar Square, como hacen el día de San Patricio llenando de verde las fuentes.

Es un acto que tienen por simpático aunque refuerce la diferenciación sexista del rosa femenino y el azul masculino. Bien es cierto que no se puede acusar de sexismo a un país cuyo jefe del Estado es mujer y que ha tenido primer ministro femenino mucho antes que los países de su entorno. El uso de los colores no deja de ser un código sencillo para los ciudadanos que se vuelcan con el nacimiento del bebé como si fuera alguien de la familia.

O para quienes apuestan sobre él, en loca carrera para hacer dinero fácil. No crean que solo se apuesta por el día del parto, el sexo del bebé o el nombre que le pondrán sino por otras cosas tan curiosas como el traje que Pippa Middleton llevará cuando vaya a visitar por primera vez al nuevo miembro de la familia o la carrera universitaria que estudiará el bebé. Cuando tenga edad, se entiende.

¿Quién se dedica a apostar por los estudios de un recién nacido? Desde luego es propio de un absoluto optimista que da por hecho no solo que vivirá para verlo sino que la casa de apuestas también resistirá hasta entonces para pagarle.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.