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María José Pou

iPou 3.0

El halconero

En el aeropuerto de Castellón hay de todo menos aviones. Hay director, hay seguridad y hasta halconero, lo que se ha sabido tras su detención por comerciar con especies exóticas. El aeródromo es un molde de bizcocho sin harina. Preparado, pero inútil. Un director que no dirige nada. Seguridad que impide visitar el aeropuerto a los ciudadanos que lo han financiado y un halconero cuyos halcones tenían poco que hacer. No es que no tengan una función asignada. La tienen, perseguir especies que molestan a los aviones, pero, no aterrizando nadie, me pregunto de qué nos protegían el halconero y sus rapaces, más allá de sus actividades ilícitas si se demuestran.

A mí me subyuga la figura de un halconero, tan medieval y tan alejada de la actividad cotidiana hasta que te enteras de que, gracias a ellos, los aviones aterrizan con más garantías.

De momento, Compromís ha pedido explicaciones al Consell sobre el tipo, el contrato y el despido. Yo añadiría alguna curiosidad más, a saber, ¿además de coach, tiene Fabra un halconero particular? Lo digo porque, conociendo cómo se las gastan por estos lares, bien le vendría tener un vigilante de las rapaces que sobrevuelan su cabeza a la espera de su caída. Ya sé que esas no son los halcones serviciales de la aeronáutica sino los buitres carroñeros que acuden a la sangre. Pero seguro que hay algún modo de espantarlos para evitar que le saquen los ojos antes de terminar, siquiera, su mandado mandato.

El Consell debería tener un servicio de halconeros reales, con el escudo de armas de los Fabra en el pecho y con capuchones bordados en oro para las aves. Es cierto que deberían ser adiestradas para localizar a un corrupto y lanzarse en picado contra él. Quizás previéndolo y huyendo de que la cogieran por el gaznate, Alicia de Miguel decidió autoconvencerse de que más vale cagarruta de paloma valenciana en el cogote que picotazo de águila real entre las cejas. Es lo que tiene el halconero, que pone orden en la fauna con elegancia y sin pestañear. Lo malo es que tape la cabeza del bicho y se dedique también a trincar.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.