Realmente me cuesta entender a un joven haciendo uso de símbolos del siglo pasado. ¿Qué puede significar, para quien nació hace veinte o veinticinco años, la bandera con el águila, el brazo en alto o la camisa azul? Lo que sea lo habrá asimilado por contagio, no por experiencia directa. Yo misma, que adoro la época romana no podría ir por el mundo levantando o bajando el pulgar so pena de ser considera una tarada pintoresca. En cualquier caso, si lo hiciera, no sería por añoranza de algo no vivido sino por una especie de nostalgia postiza. Lo mismo les sucede a los chavales que reivindican el franquismo o coquetean con él haciéndose fotos que lo recuerdan. Es similar a los adolescentes que llevan la bandera republicana al hombro. ¿De verdad saben éstos lo que significó esa etapa? Se conforman con idealizarla y cargar esa bandera de un sentido que va más allá de la realidad histórica. Para ellos es el estandarte de Utopía. Ni siquiera son conscientes del daño que produce verla a quienes perdieron a los suyos en nombre de la enseña. Supongo que lo niegan, tal y como hacen quienes llevan la franquista con provocación.

Cuando se trata, además, de un político, resulta especialmente inquietante. Entiendo eso del “caso aislado” que dice el presidente de NNGG-PP en la Comunidad Valenciana. Se da por supuesto. De lo contrario, tendríamos un problema muy grave. Ya sabemos que es un caso entre 7.000 pero los partidos deberían esforzarse por formar intelectualmente a sus vástagos, no solo por adiestrarlos sobre el “cursus honorum” dentro de la organización. No es mala cosa que conozcan los fundamentos filosóficos del pensamiento político y comprendan de dónde viene y adónde va cada ideología. Quizás así ni creerían descubrir Mediterráneos ni tontearían con ideas que diluyen la democracia.