La vida empieza a los 30. Cualquiera que haya pasado de esa edad, encontrará la expresión falsamente optimista pero no lo digo yo sino el Consejo de la Juventud en España. Según un informe que acaba de hacer público este organismo, en la Comunidad Valenciana es imposible emanciparse antes de los 30. A partir de entonces, con dificultades, 7 de cada 10 pueden vivir solos frente a 2 de cada 10 entre 16 y 29 años. La razón es que necesitan un 50% más del sueldo para comprar una vivienda. Eso significa que, aun teniendo un salario bueno, necesitarán el doble para poder vivir, lo que solo puede arreglarse de dos formas: o compartiendo gastos con una pareja o viviendo hasta los 50 en cada de los padres para ahorrar lo suficiente y pagarse una residencia en la senectud.
En definitiva, la Constitución debería matizar el derecho a la vivienda que proclama a bombo y platillo o, al menos, definir “vivienda”. Supongo que todos nos conformaríamos con que dijera “propia” después del sustantivo.
No es el único dato que descorazona en el informe. Hay otro que habla de la preparación de los jóvenes para el mercado laboral. Por mucho que nos insistan en la formación los empresarios, los ministros y la oposición, la mayoría de jóvenes en este país no tiene un problema de formación. Al menos, no de escasa formación. Todo lo contrario. Hace unos días, lo decía una exalumna mía: “me han aconsejado que quite del curriculum la licenciatura y el máster si quiero conseguir empleo”. A esos jóvenes no les consuelan las palabras del presidente de los empresarios exigiendo más formación ni las del ministro hablando de mejorar el sistema educativo. ¿Para qué hacerlo si no les va a ayudar a encontrar trabajo?