Había muchas formas de decirlo: “1 de cada 3 se quiere ir contigo. Déjale”, “1 de cada 3 quiere que lo adoptes. Déjale”, “1 de cada 3 quiere vivir a tu lado. Déjale”. En definitiva, Loterías del Estado podía haber “vendido” ese mensaje de grandes posibilidades de ganar (1 de 3 premios puede ser tuyo) de manera inequívoca y sobre todo indolora. Sin embargo, eligió la peor. Aquella que activa una alerta en quienes vemos cómo muchas mujeres aún deben reclamar su libertad de elegir quién las toca y quién no. Escogió el eslogan “1 de cada 3 quiere tocarte. Déjale”. Todos entendemos lo que se pretendía al usar la polisemia de “tocar”: palpar y ser agraciado en un sorteo. Con ello, precisamente, jugaban los publicitarios, es decir, tenían en mente ese equívoco de “quiere tocarte”. No había duda. De lo contrario no tendría sentido el imperativo que aparecía a continuación: “déjate”. Quienes imaginaron el anuncio pensaron en la resistencia que una mujer tiene a que le toquen sin permiso. De ahí esa orden: “déjate” que viene a significar “en otros casos no te lo diría pero en este conviene que des tu permiso”.

No había intención de ofender, se justifica Loterías del Estado. Se entiende que no. Y no es eso lo que se le reprocha, si bien no tienen otro modo de disculparse. El problema es que se use como recurso lo que no es sino un comportamiento que veja a la mujer y que debe ser atajado. No pienso solo en España y en los cientos de casos en los que una mujer debe aguantar acoso sexual físico, verbal o visual. Pienso también en lugares como India o como Egipto donde se da por hecho que una mujer es un objeto al servicio del hombre. Ése es el problema del anuncio: la frivolización de un problema no erradicado. No había intención de ofender y seguramente no lo hacen pero erizan la piel.