“En Grecia no hay lugar para las organizaciones criminales, aunque sea bajo la apariencia de partido político”. Lo dijo ayer el ministro del Interior griego refiriéndose a Amanecer Dorado, el partido neonazi cuya cúpula será juzgada mañana. La pregunta es si puede frenarse la legitimación de un grupo como ése mucho antes de que llegue al asesinato.
Si el problema es la comisión de delitos es una cosa. Si lo es, como dijo el ministro, que sean capaces de “incitar al odio racial, desafiar los derechos humanos y la perturbación de la paz social” es otra. En el primer caso no puede actuarse hasta que ya es tarde. En el segundo, sí, pero siempre hay quienes defienden la libertad de expresión incluso cuando se buscan esos fines perversos.
La cuestión, sin embargo, es que un discurso como el de Amanecer Dorado es la semilla de un comportamiento violento. No hay un discurso excluyente que no tenga en su seno el germen de un futuro acto de discriminación. Hasta que no asumamos eso consentiremos determinadas opciones, como decía el ministro, con “apariencia de partido político”.
Sé que es difícil determinar que un conjunto de ideas no deben tener aval institucional. ¿Quién decide que unas sí y otras no?¿Quién nos asegura que un día no serán las nuestras? Sin embargo, hay límites que pueden establecerse. En España, por ejemplo, costó mucho que una ley de partidos excluyera la justificación del terrorismo. De poco sirvió gracias al Constitucional pero al menos hay un marco de referencia. Lo mismo ocurre en Alemania y en otros países que han sufrido el azote del sectarismo organizado.
Ahora bien, dejar que una ideología que atenta contra los derechos humanos llegue al parlamento y luego ilegalizarla es la peor solución. ¿No sabíamos todos de qué iba Amanecer Dorado? ¿Y los Hermanos Musulmanes? ¿Y Bildu? Dejarlos entrar para luego expulsarlos es permitir que germine un planta en lugar de arrancar las malas hierbas de raíz. Aumenta el apoyo social y les ponemos en bandeja el discurso de víctima. Justo lo peor que podemos hacer para erradicarlos.